En estos tiempos revueltos arrecian las solicitudes de los hoteles por aparecer en los portales más influyentes. Y, a juzgar por la cantidad de peticiones, Notodohoteles.com debe de ser uno de ellos, lo cual me satisface enormemente, como todo el mundo podrá suponer. A veces se dirigen a nosotros establecimientos que conocemos muy bien, porque ya los hemos visitado; bien, porque tenemos noticias de ellos y planeamos una visita a medio plazo; pichí, pichí, porque no tenemos previsto el visitarlos, ya que no nos provoca su imagen; mal, porque la visita no se ha producido en el debido momento por razones variadas que incluyen las presupuestarias; y de ninguna manera, porque son nuevos o figuran en proyecto, pero sus dueños ya tienen apetito de verse publicados como solemos hacer con los hoteles que nos gustan.
En este último caso, lo lógico es que el hotel que irrumpe en nuestras vidas a veces, como si fueran de la familia se presente apetitoso; más aún, apetecible desde su tarjetas de visita, hoy significada por su página web. Es lo lógico y también lo deseable.
Pues no, en demasiadas ocasiones sus impulsores no parecen haber pasado por la escuela. No me refiero a la escuela de negocios esa que da los MBA, ni mucho menos a esa escuela de parvulario que enseñó a todo el mundo a hacer la o con un canuto. Me refiero a los colegios en que nos criamos para comprender que el apetito o la alegría de vivir se miden por el tiempo en que dura un caramelo en su front office.
Véase la muestra. Los tres últimos correos recibidos en la redacción de Notodohoteles para tentarnos y que los seleccionemos con todo rigor no tienen desperdicio. Un hotelito autodenominado Casa Pixurri sin la menor coña nos invita a entrar en su web: www.casapixurri.com. Me falla la vista o no encuentro su emplazamiento, ¡pardiez! Pido ayuda a los foristas de La Ruina Habitada para que pueda situarlo en el mapa, saber qué localidad lo acoge, a qué teléfono se le puede llamar. Hasta ahora yo creía que la letra gótica era difícil de leer en piedra, pero no. Observo que en el monitor panorámico de mi ordenador también se vuelve una grafía insufrible para la vista. Y ese flautín tan repetitivo
Otro que llena de melodrama mis oídos es Molinos de Fuenteheridos, en la sierra de Aracena. Me llaman el desaparecido / que cuando llega ya se ha ido A pesar de mi banda ancha, voy a la cocina a hacerme un café y cuando regreso aún se sigue cargando el flash y el plugin de QuickTime. ¡Qué mareo ver pasar las imágenes como en tiempos de los hermanos Lumière! Un detalle: ¿llueve?, ¿truena?, ¿o es producto de mi imaginación?
El tercero por la cola es el hotel San Ramón del Somontano, sito en la localidad de Barbastro. Su director me pide que lo incluya en las guías de hoteles, dada su categoría de cuatro estrellas, que él recalca sobre índices con sus cuatro notorios asteriscos. Pero, ¿y la web? No figura en su tarjeta de presentación. Me voy a Google y tampoco Miro hasta 10 páginas porque uno es profesional ante todo. Nada de nada San Ramón no tiene web ni tranvía. Y así es difícil llegar hasta él.
¿De verdad se creerán estos emprendedores que tienen futuro? ¿Esas autonomías próvidas en subvenciones tienen claro en qué gastan los dineros de todos? Insisto en un mensaje que ya emití ayer: ¿se tiene conciencia de que la tabula rasa practicada por las administraciones discrimina al buen producto hotelero en favor del pixurri que ni siquiera anuncia dónde está para que se le pueda visitar?
Fernando Gallardo (@fgallardo)