Archive for octubre, 2009

Tan pichi como un pixurri

viernes, octubre 30th, 2009

pichi En estos tiempos revueltos arrecian las solicitudes de los hoteles por aparecer en los portales más influyentes. Y, a juzgar por la cantidad de peticiones, Notodohoteles.com debe de ser uno de ellos, lo cual me satisface enormemente, como todo el mundo podrá suponer. A veces se dirigen a nosotros establecimientos que conocemos muy bien, porque ya los hemos visitado; bien, porque tenemos noticias de ellos y planeamos una visita a medio plazo; pichí, pichí, porque no tenemos previsto el visitarlos, ya que no nos provoca su imagen; mal, porque la visita no se ha producido en el debido momento por razones variadas que incluyen las presupuestarias; y de ninguna manera, porque son nuevos o figuran en proyecto, pero sus dueños ya tienen apetito de verse publicados como solemos hacer con los hoteles que nos gustan.

En este último caso, lo lógico es que el hotel que irrumpe en nuestras vidas –a veces, como si fueran de la familia– se presente… apetitoso; más aún, apetecible desde su tarjetas de visita, hoy significada por su página web. Es lo lógico y también lo deseable.

Pues no, en demasiadas ocasiones sus impulsores no parecen haber pasado por la escuela. No me refiero a la escuela de negocios esa que da los MBA, ni mucho menos a esa escuela de parvulario que enseñó a todo el mundo a hacer la o con un canuto. Me refiero a los colegios en que nos criamos para comprender que el apetito o la alegría de vivir se miden por el tiempo en que dura un caramelo en su front office.

Véase la muestra. Los tres últimos correos recibidos en la redacción de Notodohoteles para tentarnos y que los seleccionemos con todo rigor no tienen desperdicio. Un hotelito autodenominado Casa Pixurri –sin la menor coña– nos invita a entrar en su web: www.casapixurri.com. Me falla la vista o no encuentro su emplazamiento, ¡pardiez! Pido ayuda a los foristas de La Ruina Habitada para que pueda situarlo en el mapa, saber qué localidad lo acoge, a qué teléfono se le puede llamar. Hasta ahora yo creía que la letra gótica era difícil de leer en piedra, pero no. Observo que en el monitor panorámico de mi ordenador también se vuelve una grafía insufrible para la vista. Y ese flautín tan repetitivo…

Otro que llena de melodrama mis oídos es Molinos de Fuenteheridos, en la sierra de Aracena. Me llaman el desaparecido / que cuando llega ya se ha ido… A pesar de mi banda ancha, voy a la cocina a hacerme un café y cuando regreso aún se sigue cargando el flash y el plugin de QuickTime. ¡Qué mareo ver pasar las imágenes como en tiempos de los hermanos Lumière! Un detalle: ¿llueve?, ¿truena?, ¿o es producto de mi imaginación?

El tercero por la cola es el hotel San Ramón del Somontano, sito en la localidad de Barbastro. Su director me pide que lo incluya en las guías de hoteles, dada su categoría de cuatro estrellas, que él recalca sobre índices con sus cuatro notorios asteriscos. Pero, ¿y la web? No figura en su tarjeta de presentación. Me voy a Google y tampoco… Miro hasta 10 páginas porque uno es profesional ante todo. Nada de nada… San Ramón no tiene web ni tranvía. Y así es difícil llegar hasta él.

¿De verdad se creerán estos emprendedores que tienen futuro? ¿Esas autonomías próvidas en subvenciones tienen claro en qué gastan los dineros de todos? Insisto en un mensaje que ya emití ayer: ¿se tiene conciencia de que la tabula rasa practicada por las administraciones discrimina al buen producto hotelero en favor del pixurri que ni siquiera anuncia dónde está para que se le pueda visitar?

Fernando Gallardo (@fgallardo)

Estética y estática de las subvenciones

jueves, octubre 29th, 2009

Manda h… (podridos) con esta noticia que acabo de recibir. Un nuevo hotelito rural ha abierto este verano en La Rioja después de merecer por parte del gobierno riojano una subvención de 30.000 euros. Tal y como pinta hoy la situación del turismo en España, con la dramática sobreoferta existente en casi todos los destinos, va una autonomía de proba industria vitivinícola y se gasta los dineros de nuestros bolsillos en añadir leña al fuego. O uva al vino… Quizá porque sus cabezas pensantes piensen que una vez superada la crisis financiera mundial todo volverá a su lugar, incluidas las ganas de escaparse que habrán acumulado todo este tiempo los urbanitas por los flamantes territorios autonómicos.

Lo peor no es que otro establecimiento atice la guerra de precios que ya se desata en todos los sitios con los nuevos advenedizos. Todo el mundo es libre de iniciar el negocio que le venga en gana, faltaría más. Lo peor es que la subvención de marras ha sido concedida a un hotel cuya imagen es ésta:

LaBaldufa

Por si todavía a alguien le atrae la casa y se regocija de pasar en ella el próximo fin de semana diré que atiende por La Baldufa y está en el pueblo riojano de Munilla. Muy probablemente sus propietarios inician con buen ánimo esta andadura, son hospitalarios, acogedores y se han hipotecado hasta el cuello por ver culminado su sueño de poseer una casa rural con la que ganarse honradamente el pan. Doblemente lástima, entonces, porque les tocará como a todos sufrir de lo lindo en el saturado horizonte turístico rural de la Península. No han sabido o no han podido hacerlo diferente. La foto aludida, y no digamos su web o tarjeta de visita, no puede parecernos más irrelevante. Es una más entre las 20.000 casas subvencionadas que hoy se disputan a muerte el carcomido pastel del turismo rural.

Los subvencionadores oficiales deberían reflexionar en el futuro acerca de la conveniencia de seguir promoviendo políticas tan discriminatorias para el que lo hace bien en favor del que no lo sabe hacer diferente o mejor. Porque hoteles como el de la imagen daña la ídem del turismo riojano y añade un insano factor de competencia frente a los hoteleros de La Rioja que creen en el turismo de los sentidos, el buen servicio y el refinamiento estético asociado al vino. No es que éstos requieran de subvenciones equiparativas, en pura justicia, sino que los repartidores de dinero público no aticen el fuego de la crisis con propuestas que no van a ninguna parte.

O, parafraseando a Gala, el bastón de la subvención no debiera servir a la estética de los negocios, sino a su estática.

Fernando Gallardo (@fgallardo)

Reservas de última hora

miércoles, octubre 28th, 2009

prisas Paradores de Turismo recompensará a aquellos clientes que reserven de forma anticipada como una forma de revertir la tendencia que se ha generalizado de efectuar reservas a última hora. De momento lo hará en las especiales fechas navideñas, cuando es más crucial el asegurar que los establecimientos estén llenos. Y lo hará con una noche gratis por cada reserva anticipada de un paquete de Navidad o de Año Nuevo.

Esta iniciativa surge como consecuencia de la proliferación de reservas de última hora que está sufriendo los hoteles desde el comienzo de la crisis financiera mundial. Cada vez la gente reserva menos días y más en el último momento, se oye decir en casi todos los hoteles del país y en casi todas las agencias de viajes. Las causas apuntan no solo a las condiciones críticas de la economía, sino a hábitos adquiridos desde el instante en que Internet se ha convertido en el primer canal de venta de viajes y camas de hotel. Antes aún, desde que la informática hace su aparición en los sistemas de gestión del hotel, concretamente en el modelo del yield management, que ha primado en muchísimos casos la rebaja de última hora ante el riesgo de quedarse con las habitaciones vacías.

Otro factor a tener en cuenta es la propia idiosincrasia del viajero que diseña su viaje en Internet y reserva en varios hoteles a sabiendas de que las anularán a posteriori en busca del mejor precio. Alguno de los lectores de este Foro sostiene que el futuro reside en la introducción de un motor de reservas propio que termine con la dependencia de los hoteles frente a las centrales de reservas. Así, cada hotel podrá tener el control absoluto de sus precios. Sin embargo, no parece ésta una alternativa muy creíble, dado el aislamiento que sufriría el hotel en el mercado turístico y los daños colaterales que se derivarían del rechazo de una estrategia multicanal, hasta ahora la más rentable de todas.

Por descontado que los viajeros utilizan cada vez herramientas online más eficaces y una información más precisa sobre el hotel demandado. Se comparan precios y se cotejan opiniones a través de las distintas comunidades de viajeros y los meta-buscadores. Pero aquello que más ha contribuido a asentar la cultura de la reserva inminente ha sido la aplicación por parte de los hoteles de ofertas de última hora. Una política de rebajas que ha permitido a los viajeros encontrar la misma estancia a un precio inferior, sin gastos de cancelación o sin ningún pudor en la denegación de las penalizaciones en la tarjeta de crédito. A veces, incluso, mediante el truco de reservar otra habitación en el mismo hotel a un precio más económico.

[A fin de exponer en las jornadas hoteleras de Solares, el próximo 30 de noviembre, un argumento estadístico sobre este fenómeno, responde a esta encuesta solicitada en la columna derecha si eres hotelero: ¿Con cuánta anticipación se efectúan las reservas en tu hotel en términos medios?
Más o menos una semana / entre una semana y 15 días / un mes antes / más de tres meses]

Fernando Gallardo (@fgallardo)

Nuda veritas

martes, octubre 27th, 2009

Nuda veritas, Gustav KlimtQué hermosa imagen la de esta mujer desnuda… Es una obra superlativa del pintor vienés Gustav Klimt, en la que su atractiva y erótica mirada turba al espectador, lo inquieta, le arrastra a la espasmódica pulsión de la verdad. Sujeta en su mano derecha un espejo donde nos presenta la «verdad desnuda» que enuncia la pintura.  Sobre su cabeza se lee: «Si no puedes gustar a todos con tus hechos y tu arte, gusta entonces a unos pocos. No vale la pena gustar a muchos. Schiller».

Es la frase emblemática del libre pensamiento, el puño del arte sobre la mesa de los cobardes, de los incrédulos, de los indolentes. Las tonalidades rojizas del cabello y del pubis de esta mujer elude el falso puritanismo de quienes viven entregados por conveniencia a lo políticamente correcto. La verdad, cuando se desnuda, es erótica; pero también hierática. No sé si lejos de Tiziano e Ingres, no sé si más cercana a Boticelli. Habría que discutirlo.

La verdad desnuda nos atrae. Nos invita a reflexionar sobre lo que vemos, lo que tocamos, lo que escuchamos. Cuestiona los hechos y los pensamientos. Nos acerca lo real o nos distrae de lo cotidiano, tan superfluo. Y, aunque nos cueste aceptarlo, nos devuelve a la ineluctable realidad de lo reluctante. Gracias, Joyce, por inspirarme el guión cotidiano de mi palabra interior en el tercer capítulo de tu Ulises…

¿Qué podemos aprender nosotros de tal imagen? Alguien dirá que, después de todo, un hotel es siempre ese espacio que nos rapta de la realidad y nos coloca en las manos celestiales de la nuda veritas… ¿O no todos los hoteles inspiran en sus espacios esta verdad?

Por la Galicia eléctrica (in memoriam)

lunes, octubre 26th, 2009

Con un poco de suerte, la bruma envuelve en celofán la carretera de descenso hacia la ría de Muros-Noia. El paisaje adquiere un aspecto dramático, inescrutable, fuera de este planeta. Apenas se distinguen los límites del asfalto y, en cada revuelta, unos cables eléctricos que surcan repetidamente el bosque. El viaje adquiere, de repente, la máxima emoción. Al borde del agua surge la silueta espectral de una central eléctrica que el arquitecto Antonio Palacios -autor del célebre Palacio de las Comunicaciones, actualmente sede del Ayuntamiento madrileño, y del edificio madrileño sede del Círculo de Bellas Artes- diseñó en 1924 para la Sociedad Gallega de Electricidad (hoy, Fenosa), junto a varias construcciones administrativas desperdigadas por la ladera. Todas con nombre propio: la Casa del Jefe, la Cámara de Carga, la Casa de los Maestros, la Escuela de Cornoas…

Gonzalo Gurriarán o algún miembro de su familia salen al encuentro del recién llegado con ese sentido de la hospitalidad que practicaban los monjes de la antigua pesquería cisterciense adscrita al monasterio de Toxosoutos, a cinco kilómetros del lugar. Reconocidos profesionales de la hostelería -el patriarca ejerció de director en Paradores y luego fue responsable máximo del grupo hotelero zaragozano Palafox-, los Gurriarán acogen sin mayores trámites en medio de la tormenta y acompañan al huésped cuando le corresponde una habitación solitaria en uno de los anexos.

Sin tomar en consideración las menudencias decorativas, el pasmo del aislamiento y la sensación de soledad deseada constituyen un verdadero lujo en la España superpoblada del litoral. Para qué irse a una isla perdida si el lugar habitado más próximo es el Pazo do Tambre, gestionado también por la familia, a una hora de sendero pedestre por las orillas boscosas del Tambre. Según las condiciones meteorológicas, desde el hotel se organizan actividades de turismo náutico, kayak en la ría, excursiones en bicicleta, rápel, escalada, amén de un pic-nic más descansado bajo los eucaliptos, en un remanso que hay junto al puente colgante, detrás de la central.

Buena cena, buen colchón

Da igual mojarse bajo el sempiterno calabobos gallego, pues al final del camino, en uno u otro sentido, aguarda una cena de cocina honrada -lo mejor de la casa-, un buen colchón sobre el que esparcirse y calefacción (eléctrica, claro) en todos los rincones del dormitorio.

Poco a poco se irá descargando el hotel de sus estampados florales, sus lacitos repollo y demás adornos campiranos heredados de sus anteriores gestores. Otras habitaciones surgirán por ensalmo en recónditos pliegues del bosque, prometen con entusiasmo los nuevos. Mientras tanto, son especialmente recomendables las agrupadas en el interior de la Casa del Jefe, con galerías abiertas sobre la ría. Nadie quiere luego irse de aquí.

[Este texto salió publicado en EL PAÍS el 11 de julio de 2009. Durante sus últimos años al frente de la cadena Palafox Hoteles, herencia muy bien administrada y extendida por el diplomático Felipe Sanz, Gonzalo Gurriarán soñaba con jubilarse en su Galicia natal en compañía de su esposa, Adela Mosquera, y de sus hijos, para quienes creó la sociedad Pazos y Naturaleza de Galicia Rural. En varias ocasiones nos reunimos con el objetivo de pulir la idea y acariciar con mejor crédito el proyecto de un hotel de los sentidos en las umbrías del Tambre, allá donde las meigas atlánticas danzan solas y parlotean dormidas. Gonzalo y Adela participaron en una de las primeras jornadas que organizamos entre hoteleros en La Ruina Habitada. No asistía un parvenu del turismo con encanto, sino un docto profesional de la hotelería que había tocado ya todos los palos del gremio, entre otros el de dirigir ese monumento de la hotelería universal que es el Hostal de los Reyes Católicos, en la plaza compostelana del Obradoiro. Recuerdo muy bien su expresión mientras admiraba lo que habíamos creado en la ruina palentina. Atónito, pero inteligentemente, quiso él también sumarse al sueño de la Arquitectura de los Sentidos. Meses más tarde entró a gestionar la vieja Pesquería del Tambre con toda la familia. Fue uno de los primeros y más animosos suscriptores del clúster de innovación hotelera que acabamos de constituir estos días. Pero apenas tuvo tiempo para más que ocuparse de su estómago y sobrevivir a la verdadera crisis, esa pasarela que cuelga sobre las brumas de la ría y nos lleva temblorosa de una orilla a otra, de la vida a la muerte. Descanse en paz Gonzalo Gurriarán].

Por la Galicia eléctrica. Pesquería del Tambre, un paisaje de ribera con una curiosa central proyectada por Palacios y el mar muy cerca

Fernando Gallardo (@fgallardo)

Duelo a orillas del Tambre

domingo, octubre 25th, 2009

Gonzalo_Gurriaran A ver cómo demonios voy a dormirme yo esta noche… La noticia me llega tarde, justo cuando me había enjuagado la boca, mesado la barba, alisado las sábanas, aprestado la almohada, activado la alarma de la casa y doblado convenientemente el embozo de mi cama. En mala hora me puse a fisgar en la calle Facebook antes de apagar la luz y rendirme a los apéndices de Morfeo. En mala hora abrí el cajón de los últimos mensajes y reparé en el del joven Ricardo Gurriarán, que me escribía desde ese recóndito fiordo de la Galicia prometeica donde una central eléctrica ha venido alumbrando el sueño de tantos y tantos viajeros.

Todas las aguas de la ría de Noia apenas llenarían un tazón de cuanto ahora derraman mis glándulas lacrimales, maldita sea, porque leo en este correo que Gonzalo Gurriarán se ha muerto. Del estómago o qué sé yo, Gonzalo se ha evaporado de la ría. Estoy muy impresionado por la noticia, ya que apenas unos meses escribí sobre su nuevo proyecto gallego después de tantos años en la brega diaria por gestionar los hoteles más emblemáticos de nuestro país y hacerlo con un pundonor y un sentido común que no admiten comparación en el gremio.

Me resisto a escribir el último epitafio para mi querido Gonzalo, entre otras razones porque me veo tan impresionado por el luctuoso deceso que ya no me quedan fuerzas ni ganas para añadir algo sentido a los tristes pensamientos que deben estar rondando en el éter escénico de su esposa y de sus hijos. Solo me quedo sollozando, cautivo por la pena, en un rincón de mi lejanía chilena y repitiendo en otro rincón de mi memoria la secuencia de nuestro último paseo por las frondas de Muros hasta el Pazo do Tambre desde su mágica Pesquería.

Tienes que venir a ver mi Pesquería, repitió unas cuantas veces sobre mi oído derecho en La Ruina Habitada, hace dos años. Después de su brillante carrera en Paradores de Turismo, después de haberlo dirigido todo en esa seria casa, incluso el emblemático y compostelano Hostal de los Reyes Católicos, después de unos años últimos como gerente general de la cadena zaragozana Palafox y de haber engrendrado unos emprendimientos únicos para la Expo del Agua, nuestro buen Gonzalo se retiró a su Galicia natal para poner en valor con inusitada valentía y gran entusiasmo la Pesquería del Tambre, un hotelito con encanto en las antiguas viviendas diseñadas por el arquitecto Antonio Palacios para la central hidroeléctrica de la ría de Noia.

Si supieras, lector, qué ánimo en el empeño, qué ilusión en la obra y qué denuedo en el emprendimiento… Fui a verlo para imaginarlo rey de los bosques y dueño de las aguas, pues de tales elementos casi mitológicos se amalgamaban los diseños que le presentó, días más tarde, Jesús Castillo Oli.  ¿Te imaginas, divagó nuestro arquitecto de cámara, la santa compaña ejerciendo de edecán en la recepción de los huéspedes? Sí, claro, y el estro oceánico de las meigas en la espiral de sus sueños.

¡Gonzalo, por Dios, baja de tu nube y cuéntanos ya qué proyecto de Arquitectura de los Sentidos tenías para tu hotel hidroeléctrico! Tres cuartos de hora duró nuestro último paseo entre las umbrías silentes de Muros… Y una mañana entera frente a los óleos del pazo para imaginar qué hotel de los sentidos nacería de esa próbida excursión. Gonzalo, no nos dejes en ascuas a los que todavía mantenemos el estatus de mortales con plazo de caducidad asegurado por reunirnos contigo en el séptimo cielo. Cuéntanos… Qué mundos lúcidos tú dibujabas y cuáles de ellos se harán realidad gracias a la antorcha que portan ahora tu mujer, Adela, y tu hijo, Ricardo.

Porque si para algo sirve nuestra estancia en este mundo, como esos clientes que somos del hotel Tierra, es para que otros tomen el relevo de nuestros sueños y alumbren el futuro de los que están por venir. Nos lo dijo el poeta: somos quien somos y en tanto somos.

Me has dejado huérfano, Gonzalo. Hijo de una infinita tristeza. Pero mi rabia de frágil ser mortal va a ser la savia que alimente un nuevo recorrido por la senda que nos llevó de la Pesquería imposible al Pazo real. Y juro por tu imborrable memoria, como hizo Escarlata O’Hara, que cada año de lejanía tuya en la historia de nuestra pasión hotelera quedará marcado como un hito de proximidad en el camino que lleva a los sueños. El germen redivivo de la hotelería de los sentidos.

Tu último latido, un gesto de dulce hospitalidad.

Fernando Gallardo (@fgallardo)

Calle Facebook

sábado, octubre 24th, 2009

FBcuna Lo he escrito anteriormente a esta encuesta. Hoy, salir a la calle es entrar en Facebook. El hotel que no tome conciencia de ello dejará de existir a no muy tardar, pues el fenómeno de la web 2.0 y las redes sociales trasciende su enunciado comunicativo al imponer en todos nosotros un lenguaje o un protocolo que son los que configuran el escenario turístico de estos días. Y no digamos el que se nos cierne en un futuro inmediato.

“El viaje más apasionante es el del dedo sobre el mapa”, solía repetir Ramón Gómez de la Serna, no sé si como proclama sedentaria o por lo que veía en su bola de cristal: un mundo cada vez más globalizado y susceptible de ser comprendido desde una óptica virtual. Enchufado al Google Earth uno se queda pensando si acaso hace falta más. Sí, por supuesto, queda Facebook, que es el patio en el que todo quisque se cita para cominear. O, acaso, la calle ancha por la que hay que circular para adquirir conciencia de que Google Earth habla no solo por medio de la cartografía vectorial, sino en boca de sus viandantes y viajeros. O sea, nosotros.

¿Estamos, pues, en la calle? ¿Quiénes? La gran mayoría de los foristas sí lo están, y mucho, a tenor de lo respondido en la encuesta anexa a este Foro. Es obvio que sus seguidores son, por lo general, hoteleros comprometidos con la innovación y el marketing online, del cual la calle Facebook es el mentidero público de ese boca/boca que todos quieren para sus negocios. Y yo sostengo, además, que es potencialmente el gran y más barato CRM hotelero de los próximos años.

El 52% de los encuestados ha confesado usar mucho el Facebook, por tan solo el 26% que lo usa poco y el 19% renuente a utilizarlo hasta la fecha. El 3% se lo anda pensando, lo que probablemente indica una aproximación a medio plazo.

Otro cantar es si la calle Facebook es transitable o algunos conducen con miedo y se montan en las aceras. Un grupo pequeño se muestra activo e inteligente en sus apariciones cotidianas, mientras que los más –demasiados– se dan a jalonar el asfalto con vallas publicitarias que provocan cansancio o aburrimiento en sus fans. A mí me recuerdan esos conocidos que te paran por la calle de a dos, con terno y corbata, mientras ejercitan su labia en la catequesis del diseño inteligente o el amor fraterno universal, por no citar a esos amigos de tus amigos que te franquean el paso para venderte un seguro de vida.

Facebook, como la calle misma, tiene de todo y para todos. Por eso, en este Foro, vamos a intentar articular un código de circulación que sirva para elevar la calidad urbana y hacer más fluido el tráfico hotelero. No se trata de que impongamos normas a las intervenciones hoteleras en Facebook, sino de extraer el mejor aprovechamiento a esta red social y pautar unas fructíferas relaciones entre el hotel y su clientela, objeto del encanto de la llamada web 2.0

Quien desee contribuir con sus ideas a establecer ese código hotelero en Facebook puede dejar su granito de arena en este documento.

Fernando Gallardo (@fgallardo)

Opinémonos

viernes, octubre 23rd, 2009

page 014-015

¿Qué opinamos los hoteleros de nosotros mismos? ¿Acaso tienen que venir de fuera a buscarnos los defectos? Porque las loas y los aplausos son siempre bienvenidos, aunque a veces sean caramelos envenenados. Ante todo somos hoteleros porque tenemos un proyecto, un concepto, una idea, una filosofía de vida, una cultura con la que estamos profundamente comprometidos. Todo eso lo queremos trasladar a los demás y lo plasmamos en nuestro proyecto/espacio, lo lanzamos/compartimos con los demás o estamos en el principio del fin de lo nuestro.

No me parece que cuando hablamos de innovación hotelera estemos hablando de esto precisamente. Las últimas reflexiones en este Foro sobre los que dicen los demás (en terminología moderna 2.0) me está empezando a descolocar… Desde siempre he creído que "no importa la opinión, sino el agente opinante" (por ejemplo, para mí lo que me diga Fernando Gallardo sobre El Secanet me llega, me duele, me conmueve, me motiva… Y, por contra, lo que me critique un determinado y futuro ex-cliente (porque después de una mala opinión aparece la decisión explicita de no volver al lugar del crimen) me dolerá o no, pero será objeto de un análisis diferente .

No creo que debamos adaptarnos permanentemente a aquello que nuestros clientes demanden. La gente, en general, nunca demanda innovación. Salvo que esté muy escaldada, la gente es continuista y huye de los cambios. Así pues, o conocemos bien nuestras debilidades y fortalezas, o mal rollo.

Si no queremos perpetuar una hotelería cutre, opinemos nosotros de nosotros mismos… Pongamos en práctica unos ejercicios espirituales. Primero en Jávea. Ahora en Solares, por supuesto.

Salvador Estellés, hotel El Secanet