Archive for the ‘Arte’ Category

Los sentidos en su tinta

lunes, enero 4th, 2010

casado_y_guia El día que Antonio Fernández Casado visitó La Ruina Habitada apenas podía disimular tras sus ojeras el madrugón que debió soportar para hacerse el viaje desde Madrid. Le picaba la curiosidad de ver lo que habíamos creado y tocar lo que parecía ser una alucinación matinal en concepto y en forma. Al salir del coche no dio crédito al desastre de obra que se percibía, y tuvo que restregarse los ojos para elucidar si aquello había merecido el viaje. ¿Quién de los tres padecía una mayor locura? El arquitecto, tal vez, que le estaba explicando animosa pero incomprensiblemente los pormenores de su obra. Yo mismo, por haber inducido el engendro de una fachada totalmente arruinada. O él, que le había raptado unas horas al sueño por asistir a semejante escarnio.

El día que Antonio Fernández Casado, creador del grupo hotelero High Tech, visitó La Ruina Habitada flipó tanto de ojeras hacia adentro que no pudo resistirse a encargarle a su arquitecto, Jesús Castillo Oli, el primero de sus hoteles cinco estrellas en Madrid. Puede que nada o casi nada entendiera de la Arquitectura de los Sentidos, y menos aún de la atrabiliaria atracción por los materiales de desecho que el alarife sentía en ese recóndito lugar de la geografía palentina. Pero de lo que no tenía ninguna duda era de la capacidad de asombro que transmitía esta obra. Y supo ver enseguida, como empresario afilado, que tales cualidades definían a la perfección las bases del turismo experiencial y la hotelería de las emociones.

Antonio Fernández Casado es un empresario de éxito. Lo conocí hace más de 20 años, cuando dirigía con rectitud y no menos entusiasmo el hotel Ercilla, de Bilbao. Me enloqueció cómo se comía allí y lo bien que se conducía el personal de servicio. Recuerdo incluso que mereció una puntuación alta, de esas que solo los muy grandes podían reclamar… A su labor callada le debía el Bilbao pre Guggenheim el incipiente turismo que tuvo.

Solo una persona de este talante podía cerrar su etapa al frente de un clásico como el Ercilla y embarcarse en la aventura de fundar un grupo hotelero tras su paso por Hoteles Tryp. En compañía de otros cuatro socios y dos grupos de capital riesgo, High Tech Hoteles es hoy una realidad estimulante en el panorama de crisis que viven los hoteles en España. Su estrategia de copar el segmento de categoría media en el núcleo histórico de las ciudades le ha valido un hueco bien consolidado en la planta urbana española con algunos ejemplos significativos de rehabilitación arquitectónica como la Posada del Peine, probablemente el hotel más antiguo de Madrid. Quien lo haya visitado o sumergido en las tripas de cualquiera de sus hoteles en Madrid, Barcelona o Bilbao enseguida comprenderá por qué Fernández Casado sucumbió a esa prueba del algodón que para los hoteleros de los sentidos es La Ruina Habitada. El ladrillo y la vejez de los materiales es un grado.

Una mente así no podía permanecer inactiva en los territorios feraces de la creación y la memoria. Los planos, los bocetos, los números, la ingeniería financiera siempre le han sabido a poco sin las letras. Y por ello, Antonio Fernández Casado ha compaginado desde hace años su pasión hotelera con el internamiento en los vericuetos de la escritura. Su última publicación en papel, la Guía histórica de fondas, posadas, hoteles, restaurantes, tabernas y chacolís de Bilbao es, sin duda, una obra con encanto. Bien impreso, presentado con elegancia e ilustrado con imágenes de la belle époque bilbaína, el libro rememora un tiempo glorioso solo para amantes de mitos. La lista de estos alojamientos románticos es larga, desde la Posada del Sol Dorado (Paseo del Arenal esquina con Bidebarrieta) hasta el hotel Carlton, al que eran asiduos Hemingway, Lorca y María Callas, pasando por La Terrasse, el Scala o la Fonda del Antiguo.

Al igual que muchos de los huéspedes de La Ruina Habitada, Casado apreció la inspiración literaria que acredita toda obra arquitectónica con mayúsculas. Recuérdense los tres libros fundamentales: El elogio de la sombra, de Junichiro Tanizaki; Ornamento y delito, de Adolf Loos; y Rayuela, de Julio Cortázar… Qué cabe esperar, pues, de un hotelero de los sentidos sino la expresión de su talento en las sábanas de una cama o en la tinta de una página. Nos llaman aquí los sentidos en su tinta. Que, como los sueños, sentidos son.

Guía histórica de fondas, posadas, hoteles, restaurantes, tabernas y chacolís de Bilbao. Antonio Fernández Casado. Ed. BBK Temas Vizcaínos 406/407. 180 pág. ISBN-978-84-8056-277-5. Precio: 9 euros.

Fernando Gallardo | Sígueme en Twitter @fgallardo Comparte este artículo

Nuda veritas

martes, octubre 27th, 2009

Nuda veritas, Gustav KlimtQué hermosa imagen la de esta mujer desnuda… Es una obra superlativa del pintor vienés Gustav Klimt, en la que su atractiva y erótica mirada turba al espectador, lo inquieta, le arrastra a la espasmódica pulsión de la verdad. Sujeta en su mano derecha un espejo donde nos presenta la «verdad desnuda» que enuncia la pintura.  Sobre su cabeza se lee: «Si no puedes gustar a todos con tus hechos y tu arte, gusta entonces a unos pocos. No vale la pena gustar a muchos. Schiller».

Es la frase emblemática del libre pensamiento, el puño del arte sobre la mesa de los cobardes, de los incrédulos, de los indolentes. Las tonalidades rojizas del cabello y del pubis de esta mujer elude el falso puritanismo de quienes viven entregados por conveniencia a lo políticamente correcto. La verdad, cuando se desnuda, es erótica; pero también hierática. No sé si lejos de Tiziano e Ingres, no sé si más cercana a Boticelli. Habría que discutirlo.

La verdad desnuda nos atrae. Nos invita a reflexionar sobre lo que vemos, lo que tocamos, lo que escuchamos. Cuestiona los hechos y los pensamientos. Nos acerca lo real o nos distrae de lo cotidiano, tan superfluo. Y, aunque nos cueste aceptarlo, nos devuelve a la ineluctable realidad de lo reluctante. Gracias, Joyce, por inspirarme el guión cotidiano de mi palabra interior en el tercer capítulo de tu Ulises…

¿Qué podemos aprender nosotros de tal imagen? Alguien dirá que, después de todo, un hotel es siempre ese espacio que nos rapta de la realidad y nos coloca en las manos celestiales de la nuda veritas… ¿O no todos los hoteles inspiran en sus espacios esta verdad?

Cocineros del balón

viernes, junio 19th, 2009

ocvirk “Limítate a hablar de comida”, le espetó un cocinero español cuyo nombre prefiero callarme a la periodista argentina Verónica Ocvirk cuando lo fue a entrevistar. La respuesta zahirió su respetabilidad profesional, como si mi colega se hubiese extralimitado en el normal desempeño de su crítica gastronómica. Me lo vino a confesar ella dolida por el desencuentro y atónita, más que nada, por el limitado nivel cultural del aludido maestro de los fogones.

“A mí el periodismo gastronómico tradicional me aburre bastante”, me confesaba Vero, “te juro que me duermo sobre el teclado nada más de pensar en tener que escribir la Oda al Palmito. A mí lo que me encanta es la gastronomía desde su carácter social, y mi sueño, uno de ellos, es que entre todos pensemos cómo podemos hacer para que la alta cocina llegue cada vez a más y no a menos personas”.

Ante semejante confesión, no quise hurgar en la herida. Quizá no me hubiera yo atrevido a confundir, como compatriota del entrevistado, a un pinche con un cocinero. Porque si el interpelado se resistía a opinar sobre otras melodías que no fueran las de sus sartenes a mí no me cabe ninguna duda de que su categoría coquinaria es la de un pinche, con todos mis respetos para los menestrales de la cocina. Alguien me podrá recordar que yo mismo dije en una ocasión que a un futbolista no se le pueden pedir entrevistas finas, pues donde debía demostrar su habilidad era en el regate fino, con las botas y no con la lengua o con la pluma. Pero es que un cocinero de élite hoy en España es un artista, y como tal debiera ajustarse a los requerimientos intelectuales de la llamada intelligentsia.

De ahí que no se haya entendido bien por qué un genio de la cocina como Ferran Adrià fuera invitado de honor a la Documenta de Kassel, que es un non plus ultra para la vanguardia artística. ¿Qué hace un cocinillas en el parnaso de los músicos, los pintores y los poetas? Pues eso, estar por encima de todo, pensar, elucubrar, imaginar y, después de todo esto, crear. El acto de creación nunca llega solo de equipaje. Marcar el paso, llevar la batuta, exige muchas horas de sacrificio y un destello de tensión transformadora, para lo cual se requiere eso que denominamos conocimiento. O la materia gris que regirá toda nuestra sociedad durante las próximas décadas.

Sí, amiga Ocvirk, aquel que en sus fogones solo habla de comida es un simple pinche. Por eso, la estatura de un chef se mide, antes que delante del fuego, en las llamas feraces de su cavilación interior hasta dar con la fórmula, crear el concepto. Por eso, los talleres Adrià, Arzak y Aduriz se parecen tanto a los laboratorios del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Por eso, cuando accionan el mando de la pacojet, hacen magia con el nitrógeno líquido o someten a observación un cultivo de puras hierbas su discurso nos invita a razonar sobre los sentidos, los deseos, los hábitos, el amor, la esperanza, la vida…

“Uno tiene un trabajo, y tiene que ganar plata con eso, claro que sí”, me subraya la periodista en un sentido correo. “Pero antes tiene una vocación, una misión que cumplir. Mi tarea, por ejemplo, es contarle a la gente que un buen cocinero, uno de alma, cumple algo tan simple y tan bello como dar de comer a la gente. Por eso amo tanto a la buena cocina. Porque en el fondo es amor, purito amor”.

Supongo que tal es la razón de que en España, entre los artistas de la cocina y los artesanos que siempre han dado de comer a la gente con mucho amor y mucha entrega personal, haya una legión de pinches que al no saber hacer la o con un canuto optan discretamente por el regate corto y hablar de balón.

Fernando Gallardo

Qué culpa tiene el atún y no el tomate

jueves, junio 4th, 2009

Me sumo al grupo de discusión que Francis Paniego acaba de abrir en Facebook por invitación suya, en la cual me otorga, sin considerar mis merecimientos, los atributos de administrador. Gracias, amigo Francis. Es rigor, este debate abierto por un cocinero que se niega a cocinar atún rojo en la carta de verano de su restaurante Echaurren nos debe servir para reflexionar sobre la vida, el hedonismo, el consumo material, el orden de nuestra existencia, el sostenimiento planetario y otras mil cosas que se nos podría ocurrir delante de un sashimi o un niguiri de tal manjar.

Lo previsible en estos encuentros sociales soportados por Facebook es perder la capacidad de raciocinio bajo el pretexto de la solidaridad, el buenismo político, la militancia ONG o el sectarismo medioambiental. Por eso intento anticiparme al vociferio reivindicativo y proponer en este Foro una reflexión serena y colectiva sobre qué hacer cuando la pesca intensiva de los túnidos en nuestros mares pone en peligro su supervivencia como especie.

Qué estúpidos somos los seres humanos que nos gusta tanto el atún. Porque, en primer lugar, es preciso reconocer que esta próxima crisis atunera está causada por el descubrimiento que nos han provocado los cocineros de élite, los buenos restauradores, de estas carnes rojas de los mares. Antes no existía semejante devoción gastronómica, tal vez porque la humanidad ingería el pescado como un simple aporte proteico a su alimentación. Ahora, la cultura obliga. Y cuesta trabajo renunciar al toro, como cuesta trabajo renunciar a un buen rioja.

Qué estúpidos somos los seres humanos que necesitamos la cultura casi tanto como la ingesta para vivir. No basta con perpetrar la sangría de una almadraba como las que se organizan cada año frente a las costas de Barbate y Zahara de los Ídem. Quien haya visitado alguna vez el mercado central de Tokio –lo aconsejo fervientemente porque es un espectáculo- recordará la precisión quirúrgica que se le hace a los atunes recién desembarcados para rebanar con sutileza florentina unos filetes de aspecto aseado y abrillantado por los maestros de la pescatería nipona. No se mima así un alimento que llevarse a la boca si no es por el empeño culterano de dignificarlo como una preciada joya. En el ideario colectivo japonés, y cada día más en el occidental, el atún rojo se codicia por encima de otros manjares. Luego a nadie extrañe el hostigamiento que sufre la especie en todos los mares.

¿Cómo prevenir su exterminio? La pesca extensiva determinará con el tiempo la consideración de este manjar como un bien escaso y, por tanto, sometido a los vaivenes de la oferta y la demanda y a toda la ciencia económica que estudia la escasez de los recursos naturales. El atún no escapará a las leyes del mercado, como tampoco escapan ya los supuestos recursos ilimitados como el agua o el aire. De hecho, la mejor manera de esquilmar un territorio es enajenarlo del mercado. Ya que el bosque no es de nadie, quemémoslo. Ya que el agua no es de nadie, virtamos en ella todos nuestros lixiviados. Ya que el aire es abundante, gases industriales van… Y que el viento sople mejor hacia el vecino.

La cantinela solo cambia cuando todo bien es económico. Entonces, si hay que pagar por contaminar lo preferible es calcular esos costes y que repercutan sobre el precio final del producto. La competitividad de la producción, en su fomento de políticas de ahorro de costes, llevará en pura lógica a contaminar menos. Al contrario, la intervención de los gobiernos en el mercado desbaratará los equilibrios cambiantes de la oferta y la demanda, con las consecuencia que todos conocemos en otros ámbitos. Las vedas, sin un gobierno mundial todavía legitimado, supondrán una ventaja añadida para aquellos países que no acepten respetarlas (sirva el ejemplo de la caza de ballenas). Aún peor, las moratorias o la prohibición total generan enseguida un floreciente mercado negro en el que el furtivismo se iguala en prácticas, hábitos y organización al narcotráfico.

También es verdad que la confianza social en la autorregulación de la actividad por su valor de mercado –creciente, desde el instante en que el consumo adquiere una ejemplaridad culta; fluctuante, cuando la actividad es sujeto de especulación– suele provocar una tendencia imparable al aumento de las capturas. Mientras haya mercado para los túnidos, la pesca de cerco será el sistema óptimo para la depredación eficiente. Y pensar que la educación para la sostenibilidad obtenga sus réditos inmediatamente es una ingenuidad. La ética sostenible no es una prioridad para ninguna de las generaciones productivas en fecha actual.

Me temo que caben pocas actuaciones eficaces para satisfacer la inquietud de Francis Paniego por la mortandad túnida en nuestras mesas. Su iniciativa es una proclama de rebelión, una llamada de atención a todos los chefs epígonos de Tetsuya Wakuda. En este grito desesperado deseo introducir un fa sostenido que facilite el diálogo teórico entre los defensores de la pesca extractiva y los industriales de la piscifactoría. Los amantes de la buena mesa, una verdadera legión de depredadores túnicos en el mundo, deberían resignarse a ingerir otros atunes menos sabrosos y jugosos que los salvajes, como el turista inquieto se resigna a visitar la otra cueva de Altamira, junto a la auténtica, a sabiendas de que su actitud resignada garantiza la conservación de la original, que siempre podrá ver en vídeo en su casa.

Lo comentábamos el otro día en este mismo Foro, existe una sed de monumentalidad y de valores identitarios que nos conduce a crear paraísos artificiales. Gozamos de iconos en sí mismos y no de aquello que representan, cuya autenticidad al fin y al cabo no es más que un valor pequeño burgués de nuestra civilización occidental. Si el argumento cabal contra la pesca indiscriminada del atún es la sostenibilidad de la especie, démonos el gusto culinario de engendrar una especie que sea más sostenible y compartamos la insatisfacción de “no oler” el toro original con otros 6.400 seres humanos.

El futuro de la biodiversidad está en los transgénicos, en la cocina molecular, en el ciclamato, el salginato y todos los “atos” que vayan inventando los científicos de la cosa. Sepan quienes reivindican la autenticidad de las Torres del Paine, Macchu Pichu, Venecia o las cuevas de Altamira que su sensorialidad pequeño burguesa provoca hoy unos niveles de contaminación insostenibles, una degradación en muchos casos irreversible y, posteriormente, la completa destrucción de lo auténtico. Vivimos, piénsenlo, la auténtica historia del expolio de los mares, el saqueo del arte, la depredación de cuanto el planeta nos ha legado.

Nosotros no hemos venido aquí a destruir, sino a construir. No a robar, sino a regalar. Por eso me parece que la defensa a ultranza de esa autenticidad en la cocina, la cocina de los valores tradicionales que defiende Santi Santamaría, nos empuja irremediablemente a seguir con este impúdico pillaje.

Desde el palimpsesto del atún rojo hablemos mejor de espiritualidad, de arte culinario, de una cocina en la que cualquier materia prima, desde la más humilde a la más exclusiva, se dignifique y signifique por la mano del artista. Como el hierro galvanizado y la uralita de La Ruina Habitada.

Hablemos de una cocina de los sentidos.

Fernando Gallardo

Ku y Do

miércoles, abril 1st, 2009

palazuelog Miguel Ángel Oribe es un escultor vasco que transita por este mundo –y crea en otros algo más suyos– en silla de ruedas. En mi artículo “Discapacidad para acomodarse mal” cité su empeño en llegar hasta los Jameos del Agua, en Lanzarote, a bordo de su vehículo terrestre. Ignoro si puede hacerse a través de un camino de 1,10 metros, como propone, sin dejar huella en esa burbuja volcánica que César Manrique convirtió en sala de espectáculos. Pero a fuer de volverme políticamente incorrecto dije que no todos los lugares debían ser accesibles a todos por cualquiera que fuera el medio empleado en hacerlos practicables. Ni siquiera el Camino de Santiago, que puede cubrirse en helicóptero desde Roncesvalles a Compostela y no demorarse el recorrido más allá de dos horas. Solo que ese no es el verdadero peregrinaje de Aymeric Picaud…

Por este motivo regreso a la obra de Oribe y me empapo en sus fundamentos para descubrir en las líneas que las explican el mito de lo inalcanzable. Kavafis ya lo inmortalizó en su oda: No has de esperar que Ítaca te enriquezca: / Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje. ¿Arribar, para qué? Así lo apunta el artista vasco en el introito de su última exposición, del 13 de marzo al 7 de mayo, en la galería Nocolor (Paseo Colón 37, Donostia):

“Siempre me ha interesado la idea de viaje, de recorrido, de tránsito, de camino y siempre unido a la idea de descubrimiento, de aventura o de nuevos conocimientos pero también asociado a la idea de proceso de aprendizaje o de adiestramiento en alguna actividad concreta. Otro de los elementos que para mi han sido importantes es la idea de hueco, de cavidad habitable, contenedora, el rincón en el que sentirse protegido, en definitiva el hueco entendido como refugio.”

Beti erakarri dit bidaiatzeko asmoak, ibilbideak, hara eta hona ibiltzeak, bideak, beti gauza berriak ezagutzeko aukerari lotuta; abenturari, ezagutza berriei edota aktibitate jakin batean trebatzeko edo zailtzeko prozesuari lotuta. Niretzat garrantzitsua izan den beste osagaia “hutsunea” da. Hitz horrekin bizi daitekeen lekua esan nahi dut, babestuta sentituko naizen txokoa, finean, aterpea.

“Todo viaje tiene algo de vacío, de desconocimiento y de inexperiencia que luego se adquiere con el tiempo, recorriendo el camino, pero, cuando uno llega al final del camino, si es que esto es posible, ¿no es vacío lo que encuentra?. Después de leer a Musashi* he visto que sí, que en el final de todo existe un vacío enriquecedor. El saber es. La lógica es. El camino es, pero el espíritu es vacío. Y así, conociendo primero lo que hay para poder conocer después lo que no hay, se llega al vacío.”

Bidai orok du hutsetik zerbait. Baita ezjakintasunetik, edota denborarekin, eta bidea eginez lortzen den eskarmentu gabeziatik ere. Baina norbera bidearen bukaerara iristen denean, iristea posible bada, aurkitzen duena ez al da hutsa? Musashi irakurri ondoren baietz ikusi dut, bukaeran huts aberasgarria dagoela. Jakinduria bada. Logika bada. Bidea bada, baina izpiritua hutsa da. Eta horrela, aurren-aurrena dagoena ezagutuz, ez dagoena ezagutu ahal izateko, hutsera iristen da.

* Musashi, autor del Libro de los cinco anillos, fue un samurái del siglo XVII que abandonó la katana y se convirtió en maestro en infinidad de artes como la pintura, la caligrafía, la poesía o la filosofía. En japonés, Do significa “el camino” y Ku, “el vacío”. Dos elementos inevitablemente relacionados uno con otro, y uno se convierte en el principio del otro.

Pues eso, ¿para qué llegar a todos los lados?

Fernando Gallardo

El vals de los sentidos

jueves, marzo 26th, 2009

Stanley Kubrick nos dejó hace tiempo tras haberse consagrado como uno de los directores que más han buscado en la historia del cine la relación del hombre con sus sentidos. Ha pasado a la historia por ser un director diferente. Toda su filmografía es una muestra de ello.

Quisiera revisar su película quizá más admirada o espectacular: 2001, A Space Odyssey (2001: una Odisea del Espacio). Y quiero volver a algunas de sus escenas para justificar lo que voy a decir y dilucidar hasta qué punto se recrea el cineasta en la búsqueda de sensaciones humanas: la escena donde aparece un salón blanco con muebles rojos minimalistas [esta secuencia fue rodada íntegramente en el hotel SAS de Copenhague, diseñado por el genio arquitectónico de Arne Jacobsen].

Pensemos que la película tiene ya 40 años, y en esa escena todo son curvas en movimiento: las sillas, el decorado oval, la profundidad de la sala… El sonido monocorde de las voces que nos pega a nuestra butaca de espectador y nos hace sentirnos bien desde el inicio para escuchar… Para captar… ¡Da hambre…!

Sigue con la base espacial en forma de rueda que gira en el espacio a ritmo del Danubio Azul y que muestra a los astronautas en varios planos: unos llegando en su nave a la abertura central de la base que está en el eje de la gran doble rueda, otros trabajando en espacios perpendiculares al ángulo de atraque de la nave. ¿No hace lo mismo cada millonésima de segundo un espermatozoide para entrar en el óvulo?

Ahí, de nuevo, la curva es la línea dominante y la recta, aquella que la desafía. Después se observa a dos de los navegantes que duermen en un sarcófago de hibernación con un sueño que se sale bastante de lo que entendemos por sueño: es una mezcla de muerte y de vida… Otro navegante corre en la cinta de la rueda interminable cuya percepción principal para el espectador no es la carrera externa, sino la respiración interna y el fluido de la sangre que llega y sale del corazón para realizar el ejercicio.

Me llamó la atención también una de las escenas finales donde Bowman, el astronauta superviviente, aparece acostado en una cama de lo que bien podría ser un hotel, decorado entre un ligero rococó blanco de Carrara y un minimalismo visual, para concentrarse de nuevo en el actor. El acostado mira al techo impoluto y respira… No se mueve… Busca la mínima sensación perdida en la soledad. ¿Cuántas veces? Esto es lo único que el cliente desea encontrar en su cuarto, en posición horizontal, cuando todas sus células se reposan en un dulce contacto con las sábanas o el edredón. El resto del dormitorio sobra. Solo existe una sensación sublime de bienestar.

Por último, y en la búsqueda del símbolo que representa el traspaso del conocimiento o el momento de contacto en una etapa evolutiva del hombre, Kubrick encuentra un elemento arquitectónico simple y crucial en una losa negra, monolítica escultura que se mantiene en pie y que expone su desnudez, pero también su vida (expresada en las radiaciones que emite) para que simios, hombres y superhombres la toquen y se inyecten… Aquí es el sentido del tacto el rey. Y el del oído, la reina, que actúa de cuña para hacerse oir. De nuevo la sensación de tocar algo suave, black -y casi ilimitado como la pista de la cubierta de un portaviones para un mosquito-, prevalece ante cualquier otra sensación. La belleza del horizonte liso. La Losa Lisa.

Quien vuelva a ver la película encontrará 2001 detalles sensoriales que configuran esta obra de arte cinematográfica. Muchos de ellos, si no todos, podrían ser extrapolados a otra de las Bellas Artes: la arquitectura. Y a su nueva sobrina: la Arquitectura de los Sentidos.

Que no se acabe el vals.

Rafael Moreno, experto en márketing de hoteles

Génesis

lunes, febrero 23rd, 2009

No puedo evitar transcribir y compartir esta carta que recibí hace unos años de mi amigo y mentor Leon Salganicoff. A él y a Matilde, ambos argentinos de origen, mucho más que eso anteriormente, seres luminosos, universales, les debo mucho del amor por el conocimiento y la vida que hoy puedo disfrutar. No tiene mucho que ver (?) con los derroteros hoteleros pero sí con la vida y el arte.

CarAmayita:

La pregunta es: ¿dónde está la interfase entre el artista que crea belleza sin tener los pies atados a la realidad y el científico que observa la belleza de los mundos, pero constreñido por la realidad y sin capacidad de crear belleza?

Leyendo el artículo que nos has enviado, lamenté no estar cerca tuyo, para, entre otras cosas, asistir al proceso de tu creación artística. Pero no podría ser, porque debería estar cada segundo en tu mente. Como científico sé que el proceso de la fantasía creativa es infinitamente febril y veloz, pero la selección y la coagulación de la realidad de la materia es generalmente muy lenta. Lo mismo debe ser para el artista. Y, además…, nos estaríamos peleando todo el tiempo.

Al enterarme de que estás trabajando sobre el Libro del Génesis me apasionó porque hoy mismo, en astronomía, estamos asistiendo (en paralelo) a una reconstrucción del origen del Génesis. Pensé, de qué manera puedo ayudar a incorporar la realidad del génesis cosmológigo, visto por los astrónomos, a la fantasía vislumbrada por Amaya. Por eso te mando este librito de la Creación (Hubble Vision) vista a través de los millones de años que la luz ha tenido que viajar para informarnos acerca de los orígenes del universo (un concepto realmente amplio del Génesis). Las imágenes son de una belleza y magnitud insospechada. Por ejemplo, te puedes imaginar el ojo de Dios (no sé si sabías que era un cíclope, página 104 del libro) observando sarcásticamente desde allí (dónde?), la creación de los mundos (cuales?), la microbolita de nuestro mundo, partícula de polvo perdida en un universo infinito, pero también la maravillosa fantasía de la mente humana creando las aventuras de Adán y compañía, la ducha del diluvio. Y el mundo de fuego y lava… Y las bacterias primordiales… Y los dinosaurios… Y los millones de años de evolución que tuvimos que esperar hasta tener una historia escrita…

Bueno, creo que ya te he dicho demasiado. Personalmente, nosotros “bien” con el esqueleto medio en desintegración. Cumpliré setenta y cinco en septiembre, pero sigo trabajando. Matilde ha decidido retirarse y dedicarse a la horticultura y a la poesía. Tenemos una nieta maravillosa, hija de Lori y Marcos. Alina y Louis están en vía de maternidad para octubre. Y la vida sigue…

Un fuerte abrazo. Tus pinturas son objeto de admiración singular y colectiva. Espero fotografías de tus cartones y otras obras y a ver cuándo se te ve por aquí. Otro fuerte abrazo para tu padre.
León

PD: el “cíclope” es MyCn 18, Etched Hourglass Nebula.

Amaya Espinoza, pintora y gerente de la red de Hoteles del Arte

Arte en Nautilus Lanzarote

martes, enero 20th, 2009

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Estoy pasando unas semanas en Lanzarote por cortesía de Antón Piñel, propietario del hotel Nautilus Lanzarote, gran coleccionista de arte y miembro fundador de nuestra Red de Hoteles del Arte. Además de disfrutar del paisaje lunar, del mar todopoderoso, del buen clima, en este gélido enero, y de tener la suerte de permitirme espacios de tiempo para un poco de pintura, descubro un establecimiento hotelero lleno de encanto. Qué alegría tener a Nautilus, con su energía tan especial, junto al Convento de Sao Paulo, en Portugal, y al Palacio de la Serna, en Ciudad Real, los tres miembros de nuestra red. Aquí, los 70 bungalós, a menos de 100 metros del mar, con su paseo desde Arrecife a Puerto Calero, acogen a un mundo sin barreras arquitectónicas, además de todas las facilidades que me hacen sentir como en casa.

El hotel Nautilus posee una generosa colección de arte impecablemente dispuesta por todo el complejo. Lo que más me sorprende es el alto porcentaje de clientes que se paran a observar las obras, pinturas, esculturas de hierro, mosaicos y cerámica en exteriores, a los que les dedican tiempo y conversaciones. Pienso que todo ello enriquece sus vidas.

Sigo pintando un poco ajena a todo lo que se trama en el Foro que intuyo es canela fina, pero no se puede estar en todas partes. He conocido a Giancarlo Molinari, artista plástico italiano, que me hace ver el mundo y la isla con su visión renacentista; a Guillermo Rodríguez, joven fotógrafo madrileño en huida de la urbe y que, siendo tan joven, un poco de vuelta de todo, transmite una elegancia que parece mentira; a Juan Prada, capaz de mimar a clientes de todas las nacionalidades mezclando la cocina típica canaria con la internacional; a Leda Giordano, directora del hotel, que con su energía mueve mundos y planetas, además de cuidar con esmero a su personal y clientela. Suena todo esto un poco como diario de a bordo y así es. Me siento afortunada de disfrutar de este espacio y  proyecto que integra cultura, belleza y atención muy cuidada. Sin olvidar el entorno único de esta isla privilegiada: la Geria, la Vegueta, Arrieta, Haría, el Golfo, Timanfaya, Villa de Teguise, Masdache, Femés, las playas de Famara, Papagayo, Playa Quemada…

Como pintora, la sensación que tengo es como cuando encuentro un libro que me alimenta, me hace feliz, me inspira, me hace crecer y continuar. Hoy mismo he conocido una familia de artistas que ya me han invitado a compartir su casa y taller. Estamos trabajando en un nuevo proyecto que integraremos en nuestras actividades de la red. Aquí es así, en cada lugar puedes encontrar un tesoro.

Entre todos y con estas iniciativas, como dije en algún comentario anterior, construimos ese para mí utópico Hotel (Global) de los Sentidos.

Amaya Espinoza, pintora y gerente de la red de Hoteles del Arte