Qué hermosa imagen la de esta mujer desnuda… Es una obra superlativa del pintor vienés Gustav Klimt, en la que su atractiva y erótica mirada turba al espectador, lo inquieta, le arrastra a la espasmódica pulsión de la verdad. Sujeta en su mano derecha un espejo donde nos presenta la «verdad desnuda» que enuncia la pintura. Sobre su cabeza se lee: «Si no puedes gustar a todos con tus hechos y tu arte, gusta entonces a unos pocos. No vale la pena gustar a muchos. Schiller».
Es la frase emblemática del libre pensamiento, el puño del arte sobre la mesa de los cobardes, de los incrédulos, de los indolentes. Las tonalidades rojizas del cabello y del pubis de esta mujer elude el falso puritanismo de quienes viven entregados por conveniencia a lo políticamente correcto. La verdad, cuando se desnuda, es erótica; pero también hierática. No sé si lejos de Tiziano e Ingres, no sé si más cercana a Boticelli. Habría que discutirlo.
La verdad desnuda nos atrae. Nos invita a reflexionar sobre lo que vemos, lo que tocamos, lo que escuchamos. Cuestiona los hechos y los pensamientos. Nos acerca lo real o nos distrae de lo cotidiano, tan superfluo. Y, aunque nos cueste aceptarlo, nos devuelve a la ineluctable realidad de lo reluctante. Gracias, Joyce, por inspirarme el guión cotidiano de mi palabra interior en el tercer capítulo de tu Ulises…
¿Qué podemos aprender nosotros de tal imagen? Alguien dirá que, después de todo, un hotel es siempre ese espacio que nos rapta de la realidad y nos coloca en las manos celestiales de la nuda veritas… ¿O no todos los hoteles inspiran en sus espacios esta verdad?
Me temo que la realidad hotelera es muy diferente y tendemos a adornar con excesos nuestra verdad. Tenemos pudor de mostrar nuestra desnudez bien por que no nos gusta lo que vemos o por inseguridad. Sin embargo creo que poco a poco, los que cultivamos y pretendemos aprender de la arquitectura de los sentidos, cada vez más nos animamos a quitar velos y a limpiar de todo lo superfluo nuestros espacios, intentando seducir con nuestra desnudez a los que se acercan. A veces lo consigues y otras no, pero creo que ese es el camino.
Después de disfrutar de esta lectura que nos propones, y por lo pictórico de la imagen, en mi retina pasean diferentes secuencias de la belleza de la mujer en cuya desnudez el arte siempre ha tratado de contarnos una historia, de transmitirnos un mensaje. Y más concretamente veo a la libertad que habitualmente nos descubre un pecho en su pasional arrebato.
De la imagen ardiente y arrolladora de la Libertad semidesnuda de Delacroix, a la sensual quietud y desnudez completa de la Verdad del maestro austriaco intuyo un recorrido, un aprendizaje; intuyo que solo podemos llegar a la verdad desde la libertad, que la plenitud que representa la desnudez completa y por tanto la pureza se alcanzan tras la libertad que nos obliga a rasgarnos las vestiduras-ataduras de los prejuicios, y las tiranías de estereotipos heredados.
Solo conseguirán beber las mieles de la verdad y gozar de su reposo los valientes que luchen por defender su libertad de pensamiento frente a una turba cegada por los prejuicios y convencionalismos, aunque eso obligue a una dura lucha (también y sobre todo interior) de la cual saldremos sin vestiduras…
Qué enorme placer leeros a los 3! Y qué difícil el ejercicio de la desnudez liberada de los convencionalismos y prejuicios!
Espero y deseo que este Foro y el nuevo Clúster consigan arraigar los gérmenes de la libertad en el sector hotelero, que buena falta le hace!