Acabo de salir de FITUR’09, una edición de la Feria Internacional de Turismo en Madrid que no pasará a la historia por los frutos comerciales que hayan salido de ella. Puede que una de las cosas más potentes que se hayan desprendido de ella, por insospechada, sea la constitución de un grupo inversor de hoteleros españoles para el diseño y desarrollo del Hotel de los Sentidos, en la ciudad chilena de Valparaíso. Y poca cosa más, aparte de la concreción técnica de un spa en mi almazara mallorquina de Son Esteve.
De todo lo otro acontecido, solo he visto lágrimas derramadas por hoteleros convertidos en plañideras y planes de expansión congelados por el cambio de hábitos del ciudadano ante la crisis económica que estamos viviendo. Off the record, la comidilla eran los hoteles emblemáticos de más de una cadena nacional que ya han sido puestos en el mercado y su imposible valoración por parte de los dueños ante las auditoras que los tendrán que vender a posibles inversores. Es decir, de este FITUR’09 se desprende que todavía hay quien espera superar la crisis intentando obtener la cuadratura del círculo.
Ya fue un toque de atención que diversos “grandes” no se apuntaran al evento. Tampoco era imprescindible: Expedia, el gigante de Internet, nunca ha estado presente en FITUR. Otra cosa es que sus directivos sí estuvieran en Madrid los días de feria sin gastarse el dinero en una presencia más que dudosa por decirlo en términos de rentabilidad.
En cambio, los operadores y cadenas hoteleras españolas tradicionales sí que solían desplegar antaño todos sus encantos durante la cita madrileña. El efecto "Fallas" cundía en ellos, y se rivalizaba en ser el más espectacular en el montaje, el más colosal y el que más llamara la atención. Pero la piedra de toque definitiva en encender las luces de alarma ha sido el relativamente pobre aspecto que ofrecía el recinto ferial estos días. Se puede decir que la feria ha durado un día y medio, el tiempo que hay del miércoles al mediodía al jueves por la tarde. Como síntoma de la crisis que aprieta, muchas empresas dejaron el material en el stand el mismo jueves por la noche –cuando presuntamente ya habían cerrado los tratos o los contactos– y el grueso de la expedición volvió a sus respectivas sedes, ahorrándose una o dos noches de hotel. Tan sólo unas azafatas de cortesía cubrían el expediente. Cuando las había.
Otro síntoma de agotamiento se pudo percibir al comprobar que las empresas y estados solo acudían a FITUR’09 profesionales receptivos. Nada de outcoming. Antes, un hotelero podía ir a Madrid para citarse con operadores extranjeros que le pudieran reportar clientes a su hotel. Era todo un clásico ver a los hoteleros mallorquines cargados de folletos y tarjetas de presentación: dejaban una parte de los flyers en el mostrador de IBATUR y con las tarjetas y el resto de folletos empezaban una labor de campo encomiable. El famoso tarjeteo. Muchos contratos fructificaban después de la cita madrileña. Esta edición dicha operación no ha sido posible: en los pabellones tan solo había incomers. Los emisores brillaron por su ausencia.
Ciertamente la gran protagonista del certamen ha sido la crisis. Para mal…, pero puede que también para bien. Me explico. No es normal que un certamen como la Feria Internacional de Turismo de Madrid tenga casi el mismo formato que cuando se creó, hace ya casi tres decenios, en la Casa de Campo madrileña. E idéntico al que empezó a ofertarse desde 1992, año del traslado al recinto ferial del Campo de las Naciones. Si revisamos los avances hechos por IFEMA en torno a los servicios que ofrece a los expositores turísticos, encontraremos algunos avances, cierto. Pero que no se corresponden en ninguna manera con el precio pagado, ni con el resultado obtenido por estar en los pabellones. Y detalles hacia el empresario, pocos. Dos ejemplos sangrantes: Internet no es gratis para quien ha pagado una buena suma por estar allí y no hay plaza de aparcamiento de cortesía para el expositor o reducción de tarifas para los trabajadores acreditados de los stands. Los descuentos del passport son ciertamente tenidos en cuenta, pero no basta con intentar contentar durante tres días a los expositores y ya está. Un punto de exposición se construye como término medio en unos tres días, más los dos que llevará su deconstrucción. Esto hace un promedio de diez días por punto. Para todas estas operaciones –montaje, mantenimiento y desmontaje– se necesita un número de horas muy alto de personal. Este año incluso ha habido expositores obligados a pagar las plazas de aparcamiento como gasto extra porque IFEMA no se prestó a rebajarles dicha estancia. Es tan solo un detalle de cómo se podría abaratar el coste de producción de un stand.
Por tanto, lo primero que debería hacer IFEMA es reformular el formato en que se desarrolla la feria. No es lo mismo un bussiness center en periodos expansivos que en recesivos. Empezando por la propia duración del acontecimiento: quizás dos días para profesionales ya bastarían. No es demasiado lógico tener que pagar a azafatas y camareros/as durante al menos tres días, cuando no son cinco quienes los sufragan por imagen. Lo segundo que se debería replantear IFEMA es la correcta utilización de Internet. Está muy bien tener un meeting point virtual para contactos si estás registrado. Pero IFEMA debería ir más allá: debería implantar el VIRTUAL FITUR, o un espacio de semejante nombre que fuera una continuación virtual a lo largo del año del encuentro presencial. De paso se fidelizaría al expositor. Cosa que, teniendo los tiempos que corren, no estaría nada mal. Crear una Red IFEMA, donde los empresarios pudieren verse beneficiados de los conocimientos que proporciona el estar registrado. No se trata de crear una red social al uso tipo Facebook –también podría ser una idea a analizar–, sino de una red de contactos profesional: e-IFEMA. Si esta entidad no se sube al carro de Internet de manera definitiva, muchos expositores se plantearán de verdad para qué sirve una feria de tres días a nivel profesional si con el mismo gasto uno puede estar muy buen posicionado en la Red.
O IFEMA se aprovecha de Internet, o FITUR puede acabar como la antaño poderosa SIMO.
Bernat Jofre i Bonet, hotel Son Esteve