He convocado para el próximo 9 de marzo una nueva jornada de debate entre hoteleros sobre cómo superar la crisis y vencer los grandes desafíos que ofrece 2009. El seminario está previsto que se celebre en los salones del hotel El Rodat, en Jávea (Alicante) y se plantea como una continuación normalizada de las jornadas que hemos venido celebrando desde hace dos años en La Ruina Habitada. Recuerdo lo harto provechosas que fueron las jornadas de Arquitectura de los Sentidos celebradas en agosto de 2008 en Chile. Ya el hecho de que algunos hoteleros se sienten alrededor de una mesa a debatir con otros colegas de gremio rubrica el talante de quienes se reúnen y anticipa el rosario de sinergias que entre ellos se irá granulando en los meses venideros. El saber enriquece, pero el saber común enriquece mucho más.
Este éxito no esconde la realidad mezquina de quienes creen que compartir el conocimiento es sentar a comer al enemigo en casa. No diré sus nombres, pero altos empresarios de la cosa también los hubo aquellos días. A su entender, la Arquitectura de los Sentidos sólo tiene sentido cuando beneficia únicamente su negocio. Viven en la inopia, les digo. Ilusos y poco avezados en la comprensión de esta época en que viven, se imaginan un mundo aún feudal en el que el señor de la guerra domina su castillo y los labrantíos a su alrededor. Ni se imaginan que, adentrados en el siglo XXI, habrán de ejercitarse -lo quieran o no- en los intríngulis de la sociedad del conocimiento, donde compartir la tecnología, el saber y las ventajas que ésta proporciona favorece el crecimiento de sus empresas y las prestaciones de los equipos humanos que las trabajan.
La eclosión de la cocina española en el mapamundi sólo puede entenderse desde la perpectiva de esta gestión del conocimiento. Porque ha sido gracias a la sociedad que han formado los grandes chefs españoles, sin temor a compartir el resultado de sus experimentaciones, lo que explica tanta novedad, tanto ingenio y tanta vanguardia como hoy exhiben los Adrià y compañía. Lo veremos a partir de mañana en el acontecimiento gastronómico del año: Madrid Fusion.
Ser competitivo no es ser mejor que el vecino, sino diferente. Quedarse solo en la vida, como en una calle sin más bares que el tuyo, te condena irremisiblemente al ostracismo. Algunos deberían reconocer que un hotel ostra, hermético a todo lo exterior, no tiene hoy mucho sentido por muchas vueltas que le demos a la Arquitectura de los Sentidos.
Fernando Gallardo
R.A.S (=RIEN À SIGNALER). A tu texto F.
Por cierto, me he comido estas fiestas casi todas las ostras de Francia. Todas ellas eran difíciles de abrir, pero una vez abiertas, eran magníficas y diferentes, naturales, llenas de Océano y de Ozono, todas diferentes pero lascivas y apetitosas, todas han dado lo mejor que llevaban dentro y por eso se han hecho desear..para las próximas, for ever… Algunas llevaban dentro la diferencia exaltante de una pequeña perla salvaje con solo curvas deformes pero suficientes para llamar la atencion de los clientes degustadores.. Las ostras se comen en familia, en grupo, en fiesta, entre amigos, entre colegas.. o ¿han visto ustedes a un tío sentao comiendose un cajón de ostras el solo? NO, pues lo mismo… pues si…