Archive for enero, 2010

Mucha trola

martes, enero 12th, 2010

muchoviaje Es condición de cualquier observador… observar. Mirar lo que hay detrás de las cosas, más allá de lo simplemente aparente, en las bambalinas de lo publicitado. Y como observador turístico he recibido estos días una oferta publicitaria de la agencia muchoviaje.com en la que se me invita a adquirir un paquete de invierno Vallnord 2 Noches, con dos días de remontes y alojamiento en hotel por 77 euros.

¡Cáspita!, exclamé al leerlo, bien centrado, en mi pantalla 24”… Están que lo tiran en Andorra, pensé. Si el forfait esta temporada en Vallnord ya cuesta 36 euros, poco margen queda para cobrar la habitación de un hotel decente. Y seguí mirando por si el hotel fuera una cochambre. Por supuesto, la oferta estaba condicionada a los días 15, 22 y 29 de enero. En una parte del texto se especifica que las plazas están muy limitadas y que para garantizar la reserva se requiere comunicar por Internet los datos de la tarjeta de crédito.

Además de la información principal, en letra pequeña se incluyen unos párrafos dedicados a los suplementos de esquí confort para niños, los (más…)

Encuesta: reservas de última hora

domingo, enero 10th, 2010

last-minute.-39-1 En nuestra encuesta anterior, publicada siempre en la columna derecha, sondeamos a los hoteleros que siguen este Foro con cuánto tiempo de antelación los clientes venían efectuando sus reservas. No disponíamos de un histórico que viniese a demostrar lo que en otros centros de análisis se dice: que cada vez los viajeros efectúan sus reservas con menos antelación, naturalmente para aprovechar las ventajas de los precios resultantes de un yield management aplicado en la hotelería con similares parámetros –seguramente equivocados– a los de las aerolíneas, pioneras en este sistema de gestión de precios.

Pues bien, quizá porque la extracción socioempresarial de la mayoría de nuestros foristas no es la misma que la investigada por otros (más…)

Actitudes intimidatorias en un hotel

viernes, enero 8th, 2010

“El miedo no es un buen compañero de emociones. Es un sentimiento, habitualmente desagradable, provocado por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o aun pasado. Se combate mediante dos fórmulas: con la creación de una nueva fantasía que anula la anterior causante (yo soy Superman y aquí no pasa nada) o mediante el conocimiento (no tengo motivo alguno para temer a esto, conozco perfectamente el entorno). Pues bien, las organizaciones, las empresas, los productos,  los paisajes y, por supuesto, las personas pueden emitir expresiones que intimiden a sus receptores, los clientes o consumidores.”

Quien dice esto es la experta en marketing emocional y virtual Seema Mahmood, lóbulo derecho de la organización frog+fer que lidera Ferran Fisas, suscriptor de este Foro y ponente en las recientes Jornadas de Solares (su exposición enamoró a su discípula avatar, Mahmood, y a la sala entera en que se celebró la conferencia). Ambos me hicieron caer, ayer mismo, en la conjetura siguiente: ¿tratan de manera considerada los hoteles a sus clientes o simplemente de manera simpática? Sí, me refiero al nervio simpático que nos hace reaccionar siempre de igual manera cuando lo aconsejable es que una fracción de segundo antes apliquemos otra ensayada manera de reaccionar.

“Los empleados (de los hoteles) perciben un listado de instrucciones que memorizan y hacen suyas”, quiero seguir con lo teorizado por el (más…)

No stand!

martes, enero 5th, 2010

Fitur 2010 abre este año una semana antes de lo habitual, con menos superficie de la deseada, pero ávida de calor humano. Ya se ha dicho que las ferias difícilmente adquieren sentido en un mundo como el actual, hiperconectado y ultrainformado, salvo que se las valore por el escenario físico que generan para el encuentro de las personas y las ideas. Históricamente han sido el escenario elegido para mostrar al público las grandes innovaciones y los eventos más relevantes de la comunidad, además de colocar sobre el mostrador los bienes que cada cual producía. Era el momento de los mercados, del intercambio de los productos y los servicios… Aquellas manifestaciones periódicas ofrecían una posibilidad de encuentro para conocer los últimos avances en las distintas disciplinas innovadoras y creativas del hombre.

Las ferias suponían el mejor canal de difusión de la información –Fitur es un botón de muestra– y requerían por ello de grandes instalaciones creadas al efecto para conseguir llegar a un gran número de personas. Pero, con el tiempo, la lógica evolución del modelo aumenta el fasto y las ferias, en su afán de captar la atención del visitante, se engalanan y recurren a un lenguaje artificioso que se constituye como propio; un lenguaje de arquitectura efímera, de usar y tirar, con un periodo de caducidad muy corto, extremadamente corto, a lo sumo de cuatro días y los previos de montaje. El deseo de captar la atención hace que el lugar donde se van a mostrar los contenidos se convierte en objetivo prioritario. Y el espacio deviene hiperbólico, irracional y caro.

El contenedor se convierte en protagonista por encima del contenido. Y a partir de aquí, en nuestra carrera trepidante por diferenciarnos, los contenedores (stands) alcanzan una escala sobredimensionada en la que su rentabilidad flota por encima de las exigencias del mercado y cobra un protagonismo político. Así podemos llegar a ver verdaderos edificios dentro de los grandes espacios feriales.

En paralelo a la evolución de los stands se produce el avance en los canales de difusión. Los medios de comunicación y, ahora, las nuevas herramientas generadas por Internet ofrecen al gran público el acceso a una información que antes quedaba relegada a unos pocos y que convertían el evento ferial en uno de los escasos medios para mostrar un producto.

Encargado de diseñar el stand de la Junta de Castilla y León en las ferias de turismo, mi reflexión al respecto es que este cambio en la sociedad debe corresponderse con un cambio en la manera de contar nuestros contenidos. Los tiempos corren, las formas varían y nuestros recursos deben adaptarse a esta transformación esencial. Además, el actual panorama socioeconómico invita a la ruptura de los paradigmas y la consiguiente sustitución de los modelos vigentes. Y a hacerlo de manera responsable, coherente con este nuevo escenario de crisis, con sobriedad. La manifestación eufórica corresponde a otro tiempo. Ahora es momento de proponer nuevos conceptos. La importancia es lo que se cuenta, y la manera de contarlo constituye una apuesta por el cambio, por la creatividad y por la innovación.

Mi propuesta de stand para la Junta de Castilla y León en Fitur innova una manera audaz de mostrar sus contenidos, pero sobre todo un modo de contar a los visitantes cualquiera de las muchas historias que pueden originar los contenidos que se quieren mostrar. No existen las ciudades. No existen los lugares. Existe solo nuestra percepción de los mismos, y esa percepción es única y muy ligada a nuestra experiencia personal; por eso entiendo que los contenidos que se quieren mostrar constituyen una parte de lo que realmente significan. La otra parte es la persona, quizá la más importante; y por eso la manera que tengo de contarlo como arquitecto es muy distinta a la habitual porque es dinámica, cambiante. Personalizada a través de la animación física y no solamente por imposición gráfica o ideológica.

Qué difícil es para un arquitecto concebir un proyecto así… Dar forma a un no lugar, al no Fitur… El contenedor queda relegado a un segundo lugar y así se manifiesta en la formalización del stand. Un contenedor neutro de materiales asépticos, como fondo de escenario de la función que se va representar durante cinco días, sin más armazón que unos pilares, unas poleas y unas marcas en el suelo. La ingeniería provee de grúas y focos teatrales. La arquitectura traza solamente el vacío, un propósito de virtualización del espacio, y nada más. Un contenedor inexistente como éste aparecerá embarazado de contenidos en el único instante en que haya feria, pues solo existirá como contenedor mientras Fitur permanezca abierto al público, razón única para el acto social en cuyos distintos momentos se celebren distintas actividades, en muy variados formatos. Momentos y formatos en que el stand se irá transformando y donde la información se transmitirá a través de las personas que contarán una historia a quien la quiera escuchar. Y, de manera especial, donde los actores principales serán los visitantes que se acerquen a la feria a descubrir nuestro turismo.

Nadie se sorprenda, pues, cuando visite este año en Fitur el stand de Castilla y León y descubra en su lugar el no stand.

Jesús Castillo Oli, arquitecto | Comparte este artículo

Los sentidos en su tinta

lunes, enero 4th, 2010

casado_y_guia El día que Antonio Fernández Casado visitó La Ruina Habitada apenas podía disimular tras sus ojeras el madrugón que debió soportar para hacerse el viaje desde Madrid. Le picaba la curiosidad de ver lo que habíamos creado y tocar lo que parecía ser una alucinación matinal en concepto y en forma. Al salir del coche no dio crédito al desastre de obra que se percibía, y tuvo que restregarse los ojos para elucidar si aquello había merecido el viaje. ¿Quién de los tres padecía una mayor locura? El arquitecto, tal vez, que le estaba explicando animosa pero incomprensiblemente los pormenores de su obra. Yo mismo, por haber inducido el engendro de una fachada totalmente arruinada. O él, que le había raptado unas horas al sueño por asistir a semejante escarnio.

El día que Antonio Fernández Casado, creador del grupo hotelero High Tech, visitó La Ruina Habitada flipó tanto de ojeras hacia adentro que no pudo resistirse a encargarle a su arquitecto, Jesús Castillo Oli, el primero de sus hoteles cinco estrellas en Madrid. Puede que nada o casi nada entendiera de la Arquitectura de los Sentidos, y menos aún de la atrabiliaria atracción por los materiales de desecho que el alarife sentía en ese recóndito lugar de la geografía palentina. Pero de lo que no tenía ninguna duda era de la capacidad de asombro que transmitía esta obra. Y supo ver enseguida, como empresario afilado, que tales cualidades definían a la perfección las bases del turismo experiencial y la hotelería de las emociones.

Antonio Fernández Casado es un empresario de éxito. Lo conocí hace más de 20 años, cuando dirigía con rectitud y no menos entusiasmo el hotel Ercilla, de Bilbao. Me enloqueció cómo se comía allí y lo bien que se conducía el personal de servicio. Recuerdo incluso que mereció una puntuación alta, de esas que solo los muy grandes podían reclamar… A su labor callada le debía el Bilbao pre Guggenheim el incipiente turismo que tuvo.

Solo una persona de este talante podía cerrar su etapa al frente de un clásico como el Ercilla y embarcarse en la aventura de fundar un grupo hotelero tras su paso por Hoteles Tryp. En compañía de otros cuatro socios y dos grupos de capital riesgo, High Tech Hoteles es hoy una realidad estimulante en el panorama de crisis que viven los hoteles en España. Su estrategia de copar el segmento de categoría media en el núcleo histórico de las ciudades le ha valido un hueco bien consolidado en la planta urbana española con algunos ejemplos significativos de rehabilitación arquitectónica como la Posada del Peine, probablemente el hotel más antiguo de Madrid. Quien lo haya visitado o sumergido en las tripas de cualquiera de sus hoteles en Madrid, Barcelona o Bilbao enseguida comprenderá por qué Fernández Casado sucumbió a esa prueba del algodón que para los hoteleros de los sentidos es La Ruina Habitada. El ladrillo y la vejez de los materiales es un grado.

Una mente así no podía permanecer inactiva en los territorios feraces de la creación y la memoria. Los planos, los bocetos, los números, la ingeniería financiera siempre le han sabido a poco sin las letras. Y por ello, Antonio Fernández Casado ha compaginado desde hace años su pasión hotelera con el internamiento en los vericuetos de la escritura. Su última publicación en papel, la Guía histórica de fondas, posadas, hoteles, restaurantes, tabernas y chacolís de Bilbao es, sin duda, una obra con encanto. Bien impreso, presentado con elegancia e ilustrado con imágenes de la belle époque bilbaína, el libro rememora un tiempo glorioso solo para amantes de mitos. La lista de estos alojamientos románticos es larga, desde la Posada del Sol Dorado (Paseo del Arenal esquina con Bidebarrieta) hasta el hotel Carlton, al que eran asiduos Hemingway, Lorca y María Callas, pasando por La Terrasse, el Scala o la Fonda del Antiguo.

Al igual que muchos de los huéspedes de La Ruina Habitada, Casado apreció la inspiración literaria que acredita toda obra arquitectónica con mayúsculas. Recuérdense los tres libros fundamentales: El elogio de la sombra, de Junichiro Tanizaki; Ornamento y delito, de Adolf Loos; y Rayuela, de Julio Cortázar… Qué cabe esperar, pues, de un hotelero de los sentidos sino la expresión de su talento en las sábanas de una cama o en la tinta de una página. Nos llaman aquí los sentidos en su tinta. Que, como los sueños, sentidos son.

Guía histórica de fondas, posadas, hoteles, restaurantes, tabernas y chacolís de Bilbao. Antonio Fernández Casado. Ed. BBK Temas Vizcaínos 406/407. 180 pág. ISBN-978-84-8056-277-5. Precio: 9 euros.

Fernando Gallardo | Sígueme en Twitter @fgallardo Comparte este artículo

Cargadores de móvil a la carta

domingo, enero 3rd, 2010

uganda-mobile-phone-charging-booth El uso del teléfono fijo en las habitaciones de hotel ha descendido notablemente desde la popularización del móvil. Aquel complemento no desdeñable del negocio hotelero –más fácil de administrar que los consumos del minibar– vive sus horas más bajas, y nada hace prever que vaya a remontar. Al contrario, la tendencia será a extinguirse, ya que todos los viajeros andan provistos de su pequeño terminal. 

¿Solo de eso? Es sabido que ya nadie viaja con el baúl de la Piquer. Ni siquiera los jeques saudíes, obligados a alimentar su harén, cargan o hacen cargar con aquellos pesados arcones que significaban el pedigrí de los antiguos viajeros, como era el caso de Carlos I en su retirada a Yuste. Hoy se lleva la maleta, cuanto más funcional mejor, y desde que los aeropuertos se han vuelto imposibles en cuestión de seguridad, cuanto más pequeña y ligera mejor.

Los hábitos viajeros que se adivinan en un futuro próximo obligan, por tanto, a una redefinición de los servicios hoteleros. Aquellos carros de la belle époque, tirados por senescales de librea, se usan como reliquia en los hoteles de superlujo. Ahora, el viajero carga directamente con su equipaje previa retirada de la tarjeta en el mostrador-expendeduría de recepción. Aquel neceser atiborrado de cosmética y utensilios para las abluciones se ha convertido en un estuche donde apenas figura el cepillo de dientes, el dentrífico, el peine, un cortauñas, unas tijeras y poco más. El cuarto de baño provee a su huésped de un kit cosmético cada vez más atractivo y de marca. Para qué viajar con ese transistor pegado a la oreja si en muchas suites ya se ofrece la dockstation para el iPod. En el armario suele haber una bolsa para la ropa sucia, una gamuza limpiacalzado y hasta un artilugio planchador galán de noche.

Los hoteles más atrevidos colocan en la mesilla de noche una cajita de preservativos. Los más concienciados, múltiples adminículos de belleza para la mujer. Los más fashion, una carta de almohadas para la gente que viaja a cuestas con la suya. Los más rústicos, unas bolsitas con flores secas o fragancias naturales. Los más tecnológicos, un mando a distancia con el que se puede seleccionar hasta el ambiente lumínico de la habitación.

Pero ningún hotel de los que acostumbro tiene el detalle de colocar a la vista un panel eléctrico donde enchufar el ordenador portátil, el iPod o el teléfono móvil. Y, mucho menos, una carta universal de cargadores en las zonas comunes donde el huésped pueda recargar a su antojo la batería de su celular, cualquiera que sea su marca y país de origen. A cuántos no les facilitaría la vida olvidarse de viajar con el cargador a cuestas sin la preocupación añadida de que el enchufe sea compatible con el del lugar.

Tiene delito que para beneficiarse de tal utilidad haya que ir a Uganda, donde existen puestos callejeros como el de la imagen superior que sí ofrecen este espléndido servicio.

[En la columna derecha hemos instalado un panel de encuesta para conocer realmente el grado de utilización de estos artilugios]

Fernando Gallardo | Sígueme en Twitter @fgallardo Comparte este artículo