
Ayer por la tarde asistí, entre ilusionado y sorprendido, al segundo webinario experimental sobre las nuevas formas de gestión hotelera, impulsado e inspirado con arrojo por Fernando Gallardo. Ilusionado porque imaginaba que la aventura de descubrir el futuro interesaría a una mayoría significativa de los hoteleros que conocían la idea/embrión del cluster y sorprendido por la escasa asistencia y menor entusiasmo percibido en el ambiente.
También acabo de leer el melancólico y rebelde comentario de Fernando en el foro de la Ruina Habitada. Indudablemente no resulta agradable vislumbrar el poco interés mostrado por la esencia del proyecto, un puro laboratorio de ideas/sueño, y la perseverancia en los detalles operativos más aplazables. Aún así, creo que hay que tener en cuenta que algunas nuevas formas de comunicación, colaboración y desarrollo empresarial necesitan un cierto tiempo de rodaje que no es fácil de acompasar en un grupo tan heterogéneo y todavía poco cohesionado como el nuestro. Sin ir mas lejos, antes de la reunión de Jávea, yo mismo no conocía a ninguno de los participantes y después solo he vuelto a ver, físicamente, a dos de ellos (saludos a los magos de Echaurren).
Aunque no soy especialmente optimista en mis actitudes vitales, siempre he intentado (que no siempre conseguido) ver el vaso medio lleno en vez de medio vacío. Y a eso voy. Pienso que, en primer lugar, no se había comprendido correctamente la operativa del cluster y su idea principal de laboratorio; pero también que el miedo/precaución, libre y omnipresente, aflora cada vez con más consistencia en los diferentes estamentos sociales y los hoteleros no estamos libre de esa plaga. Debemos reconocer que las perspectivas no son nada halagüeñas; la borrachera inmobiliaria y la sádica y descarnada actitud de los bancos racionando, gota a gota, el preciado elixir crediticio nos está haciendo sentir quiénes controlan realmente la situación y percibir el aliento de estos nuevos vampiros en la nuca. Por otro lado, los continuos cambios y avances en marketing y costumbres sociales pueden crear ansiedad y desconfianza por el resultado final de muchas de las ideas que se pudieran desarrollar, pudiendo perder el tiempo, la ilusión, la dedicación y el dinero empleados. De hecho, ya empiezan a realizarse los primeros ensayos con la web 3.0 y todavía no hemos desarrollado casi nada la web 2.0. En cualquier caso la esencia del cluster es precisamente ésta, y a nadie deberían de extrañar los riegos, aunque sea razonable dudar.
Sin embargo, creo que no hay otro camino para sobrevivir que la innovación. Supongo que otra explosión de crecimiento y despropósito consumista no parece que vaya a reproducirse en el corto o medio plazo y, por tanto, deberemos aclimatarnos a una larga temporada de vacas flacas. En consecuencia, asumamos que solo el permanente descubrimiento de los anhelos del futuro cliente (que posiblemente ni él mismo conozca) nos podrán, como mínimo, mantener en donde estamos (virgencita que me quede como estoy).
Indudablemente cada vez competiremos con más países y destinos, pero creo que no somos tan malos en esto del turismo. Aunque estoy de acuerdo con Fernando Gallardo en que nos hemos tropezado con una parte de nuestro éxito turístico, no creo que solo haya sido producto de la casualidad. Y también puede que 55.000.000 de visitantes que tuvimos en 2008 no estén todos equivocados y realmente tengamos algunas cosas que merezca la pena vivir y experimentar. El conjunto de España es mucho más que la suma de sus partes, y no es fácil encontrar un enclave con tanta diversidad y complementariedad en sus diferentes zonas geográficas y culturales; por eso confío en que seguiremos estando entre los 3-5 primeros destinos del mundo durante muchos años, aunque no sin problemas y no tan fácil como antes.
Pero también, por eso mismo, debemos liderar la innovación hostelera con el Espíritu de Javea y el Hotel de los Sentidos como puntos de partida del cualquiera de los siguientes escenarios del turismo mundial. Nadie ha dicho que vaya a ser fácil y que ni siquiera signifique un hito importante en la cultura turística, pero tenemos la obligación de intentarlo. Aunque solo consigamos sobrevivir ya será un éxito.
Claro que los países emergentes atraerán más y más turistas deseosos de conocer sus culturas y paisajes, pero cuántos visitantes repetirán sistemáticamente y cada cuánto tiempo es algo que todavía está por ver. Porque igual que los países del Este mantienen espacios vírgenes y pueblos bien conservados todavía no saben sonreír; o sabemos que hay lugares en China que son inigualables y mantendrán su encanto mitológico durante décadas. Pero también nuestras piedras, nuestra aceptable alegría de vivir y nuestra variadísima comida pueden sorprenderles a ellos y generar un flujo de turistas indios y chinos hacia nuestro territorio.
Tenemos muchas carencias como país. Hemos perdido tantos trenes hacia la modernidad… Al tiempo, hemos conseguido dar un salto de gigante en los últimos 25 años y sin ningún apoyo especial, incluso con sonadas zancadillas y problemas de división interna que pueden dar al traste con la idea-fuerza de España. Aunque ahora ya sea un tópico, no creo que sean casualidad nuestros éxitos deportivos, ni la capacidad de algunos científicos, médicos, arquitectos, ingenieros, artistas, diseñadores, hoteleros, cocineros, etc. por liderar tantos campos a nivel mundial.
Claro que sería maravilloso que la Universidad y las empresas no fueran entes aislados y se uniesen en un fin común para dar valor añadido a nuestras ideas. Es también descorazonador comprobar la carencia estructural del suficiente número de auténticos empresarios y el galopante superávit de meros negociantes/conseguidotes que solo realizan una intermediación parásita. Deberíamos, sin duda, ser más competitivos, sin dejarnos devorar por la productividad esclavista de otros lugares como EE UU o Gran Bretaña. Pero nuestros cielos todavía son azules y, aunque la sequía y el calentamiento global nos acechan persistentemente, somos líderes en energías renovables y agricultura avanzada y ecológica. Nuestro principal talón de Aquiles quizás sean la formación y una escasa cultura del esfuerzo, pero confío en esa juventud que aun a costa de sufrir la constante permanencia en la categoría de becarios y el sueldo mileurista a perpetuidad -sin poder, además, marcharse de casa- son capaces de divertirse como nadie, pertenecer a ONGs del mundo entero sin despeinarse y se forman y viajan, por fin, en el extranjero.
No somos perfectos, pero hemos mejorado mucho; sobre todo partiendo del desierto cultural y social en el que estábamos. Y la imaginación es uno de nuestros activos intangibles mas presentes. Casi nos hemos desenganchado de la religión paralizante que nos ató al yugo y las flechas de la dictadura y podemos desnudarnos en casi cualquier playa sin que nos detengan o manifestar las diferentes opciones sexuales con tranquilidad y naturalidad en casi todos los ámbitos. Y tenemos muchos bares y restaurantes, de todo tipo y nivel, donde se mezclan las diferentes clases sociales sin grandes aspavientos ni protocolos, manteniendo una cierta capilaridad social muy beneficiosa para la cohesión de grupo. Los teatros están llenos a rebosar cada semana, hay colas en los museos y nuestras fiestas son famosas en el mundo entero. El avance en infraestructuras de última generación es espectacular y nuestra Seguridad Social en un bien de valor incalculable (con sus defectos mejorables) y seguimos siendo en país número uno del mundo en trasplantes de órganos, lo que indica un avanzado grado de empatía y solidaridad y una sorprendente conciencia de la muerte como hecho natural capaz de separar la persona de su cuerpo para poder utilizar partes de este último para salvar otras vidas; y la respuesta social al necio terrorismo de ETA o la muestra de dignidad y valentía que se pudo constatar tras el 11-M. Todos son gestos que reconfortan y por los que merece la pena pertenecer a este extraño y diverso grupo multicultural conocido por España.
Creo que finalmente se creará el cluster del Espíritu de Jávea y alumbrará interesantes mecanismos e ideas para seguir atrayendo a los nuevos (y antiguos) viajeros de la nueva era informacional y quizás alguna de sus elucubraciones se instale con fuerza en la futura promoción y gestión del turismo que nazca de las redes sociales, las nuevas formas de relación personal y las combinaciones interraciales y culturales.
Seguiré adelante apoyando estos dos proyectos hasta que aguante mi escasa capacidad financiera, e incluso después, pero con un gran anhelo e ilusión por inventar/descubrir la próxima frontera del turismo mundial que me gustaría fuese, al menos en parte, Made in Spain.
Veinticinco hoteleros somos mas que suficientes para revolucionar la hostelería del futuro y aunque así no fuese, solo participar y luchar por alguna idea y sentir tan cerca la imaginación, la energía y el valor de muchos de vosotros habrá merecido la pena.
Y, además, la aventura siempre es la aventura.
Nacho Latorre, hotel Valle de Oca