Archive for agosto, 2009

Los brotes verdes no son para el verano

lunes, agosto 3rd, 2009

El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Este riesgo parece acentuarse, más que por descuido, por un exceso de optimismo. Tal ocurre con la aparición reciente de los denominados «brotes verdes» en la economía, que nos anima a ver la luz al fondo del túnel y retomar la senda del eterno crecimiento. Donde hay luz hay esperanza, y donde hay esperanza se vive con mayor alegría y seguridad personal, crece la confianza en el futuro y se abandonan las prevenciones lacerantes del presente.

Contra esa ligereza nos advierte el premio Nobel de Economía y columnista del New York Times Paul Krugman. El balance positivo en las cuentas de Goldman Sachs, que registró ganancias récord este trimestre y se prepara para pagar bonos millonarios, como en los meses previos a la crisis, no tiene una lectura positiva a juicio del economista nortemericano. «Al rescatar el sistema financiero sin reformarlo, Washington no ha hecho nada por protegernos de una nueva crisis; es más, ha hecho que sea más probable», advierte. Desde la pasada generación, la economía estadounidense ha sido «financializada», es decir, que el negocio de mover dinero intermediando, dividiendo y reagrupando activos financieros adquiere hoy una dimensión mayor respecto a la producción de bienes útiles. Tal crecimiento se vería positivo si «la financialización hubiera cumplido con sus promesas de hacer fluir capital hacia usos más productivos e implantar sistemas de reducción de riesgos en la economía», sostiene Krugman. Y concluye que «las firmas financieras, ya lo sabemos, dirigieron grandes cantidades de dinero a la construcción de viviendas imposibles de vender y centros comerciales vacíos.»

¿Qué observamos ahora? El Nobel de Economía nos lo analiza: «Con el argumento de querer evitar una nueva Gran Depresión, los gobiernos han acudido al rescate del sistema financiero, cuyos pasivos tienen ahora una garantía implícita de los poderes públicos». Con este proceder se asegura un escenario de estabilidad que permite atisbar en las ramas de la actividad económica esos «brotes verdes» de los que ya habla todo el mundo. Las quiebras empresariales han sido aplazadas o definitivamente conjuradas por medio de la intervención estatal. En el turismo, cadenas enteras que estaban a punto de derrumbarse han recibido una inyección de oxígeno que las mantiene a flote a costa de EREs o réditos -muy escasos por la caída de los precios- obtenidos durante estos meses de verano. En temporada baja, ya veremos, que dijo un ciego.

Y así, sin la debida higienización del mercado, todos vamos avanzando a una crisis de mayores proporciones, que no tardará mucho esta vez en presentarse (Krugman dixit). Como en fisiología, si una herida no cicatriza debidamente, volverá a abrirse. Y una crisis turística aplazada, cuando es fruto de otra crisis estructural larvada, tiende a convertirse en una «recrisis» de efectos incalculables a futuro para el país.

Igual que en la economía financiera, pervertida por el frenético sistema de capitales en movimiento, la industria turística ha medrado gracias a la circulación insaciable de personas, intermediadas o no, segmentadas o no, reagrupadas o no en activos con frecuencia improductivos. Sí, el turismo en España presenta unas sospechosas condiciones de «financialización» que lo hacen muy vulnerable a la crisis. Pero, lejos de sanearlo, todo parece indicar que se beneficiará de la misma terapia que el sector bancario y sus activos adquirirán una garantía implícita del Gobierno, como advierte Paul Krugman respecto a la economía financiera. El fantasma del paro difumina, en su proyección holográfica, al fantasma de la crisis turística. Y nadie quiere creer que el pan de hoy es hambre para mañana.

El turismo en España requiere visión a largo plazo y una política de Estado no intervencionista, pero sí vertebradora y educativa, sustentada en la ética de los viajes y las vacaciones. Cuando decimos que la crisis económica actual saca a la palestra el concepto de ética corporativa debemos inferir que frente a la crisis turística hay que airear también la ética corporativa de todos los agentes implicados en el negocio de la circulación de personas. Ya sabemos que el dinero removido sin uso productivo conduce a la crisis financiera. Pues debemos aprender que el hábito de moverse por moverse, da igual cómo, da igual dónde, produce indefectiblemente una crisis turística.

Una nueva ética del turismo debemos reivindicar en el mundo. La de viajar para conocer, sentir, emocionarse, vivir experiencias… No la de ser empaquetados como aves de corral hacia los destinos trillados. No la de volar enlatados a bordo de un avión low cost para asistir a una rave de verano en la playa. No la de reconocerse por un número de habitación, en lugar de ser atendido como corresponde a la dignidad humana.

Esta mañana me he despertado con un correo de nuestro amigo y forista Carlos Tristancho (Rocamador) en el que me anunciaba su propósito de «dejar de ser hotelero cuanto antes para pasar a ser anfitrión en un espacio único y diferenciado». Y esto a base de trabajo, colaboración, razón, placer, libertad y mucha imaginación… Gracias, Carlos, por recordarnos el catecismo ético de la vida en esa primavera de brotes verdes que todos deseamos para el turismo.

Fernando Gallardo (@fgallardo)

Contra el vicio de la promoción

domingo, agosto 2nd, 2009

«El majete éste se cree que Zapatero tiene una maquinita de hacer dinero en la Moncloa… Si no lo entiendo mal, éste quiere dinero público -que sale de todos los españoles- para que luego, con ese mismo dinero, en el mismo chiringuito, hotel o caseta nos cobren 9 euros por una cola y una bolsa de patatas refritas en girasol. Majete, si no te va el negocio, haz como todo el mundo, cierras y otro vendrá que malo te hará.»

El majete éste es el presidente de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turístico (CEHAT), Joan Molas, cuyas recientes declaraciones a un medio informativo poco dudoso de izquierdismo colectivizante como es Expansión han provocado no pocas reacciones de sus lectores más liberales. Molas, una vez más, reclamó más dinero público para el sector hotelero y estimó que las medidas adoptadas en el Consejo de Ministros monográfico sobre turismo resultan insuficientes para la salida de la crisis. «¿Pedir dinero? Durante estos años pasados, los hoteleros no repartieron las ganancias con nadie, creo recordar», responde uno en la versión digital del diario económico. «En este país sobran bares y hoteles», replica otro. «Contra el vicio de pedir, la virtud de no dar», insiste un tercero.

El presidente de la patronal hotelera está de un izquierdista que asusta desde que empezó esta crisis, cuya solución a su parecer radica en una dotación presupuestaria especial a la promoción exterior de las zonas tradicionales de sol y playa, así como del turismo urbano, que acusa importantes caídas provocadas por el descenso de las convenciones y congresos. Su proclama está en la línea de lo que suelen nuestros directores generales de la cosa, que no es otra cosa que gastarse el dinero público en promoción… Como si lo único que necesitara el turismo en España fuera publicidad. Que les parece poca, vaya. El turismo va solo, siempre se ha oído decir al Gobierno desde que España existe como destino turístico internacional, de eso hace ya medio siglo.

Este majete y otros majetes autonómicos reinciden con alevosía en escurrir el bulto de la crisis sectorial con medidas espúreas, pues darle más bombo internacional a la saturación costera que padece el país es del género… (no lo digo). Sí digo, porque lo vengo diciendo desde hace mucho tiempo, que los males provienen de una oferta atropellada, obsoleta en muchos casos, sobredimensionada y escasamente adaptada a los nuevos hábitos del consumidor de viajes. La solución no vendrá por una campaña de promoción sin sentido; antes al contrario, desde una política turística de los sentidos.

En ese sentido, creo justo aplaudir la iniciativa gubernamental de dedicarle al turismo, por fin, un Consejo de Ministros monográfico. Atención, juicio crítico, diálogo, acuerdo e inteligencia. Porque frente a las perogrulladas de los majetes, la sensatez política impone en estos momentos ser audaces e imaginativos en la búsqueda de nuevas vías para el país. Y la prioritaria, creo yo, consiste en estructurar convenientemente la oferta del motivo principal de deseo entre quienes nos visitan. Es decir, la oferta gastronómica. Ese nicho turístico que España puede liderar en el mundo gracias a la explosión espontánea, sin intervención de majetes, de un nutrido grupo de restauradores que un buen día decidieron purgar las miserias de sus predecesores y exponer a la luz pública sus recetas de cocina. Investigar, innovar, desarrollar e instituir la vía de la experimentación en pos de un resultado mejor. Cogerse de la mano y aparecer en congresos, encuentros, ferias, debates, demostraciones y eventos varios codo a codo, hombro con hombro, sonrisa frente a sonrisa, empatía desde la simpatía. Y, así, todos juntos, constituir una Armada que los tiene -nos tiene- a la cabeza del mundo mundial en la cultura de los sabores.

Aplíquense los hoteleros supervivientes, pues es así como se saldrá indefectiblemente de esta crisis. Experimentando, no reincidiendo. Cooperando, no mendigando. Invirtiendo, aunque el panorama hoy no sea tan majete.

Fernando Gallardo (@fgallardo)