La prescripción de hoteles

Como todo el mundo sabe, mi oficio es ser prescriptor. Informador, sí. Crítico, también. Pero, en esencia, prescriptor. La prescripción de hoteles trasciende el papel del informador y el del crítico. Se escinde de la ecuánime función del juez. Y, sin llegar a ser parte, adopta un compromiso hacia el adepto que lo convierte en su facultativo personal. El comunicador facultado por el lector para recomendar.

Como todo el mundo sabe, mi oficio nace en la información, se proyecta en la comunicación y sedimenta en la recomendación personal. Prescribo sobre hoteles, dicen. Por lo cual de un tiempo a esta parte soy invitado pintoresco en foros, congresos, conferencias y aulas universitarias para hablar de mí. O de mi oficio, más concretamente.

Como algunos saben, no es esa mi vocación ni siquiera mi devoción por la docencia. Pero acepto sin mucho fervor por lo que de mi experiencia y conocimientos puedan extraer los demás en su devenir profesional o empresarial. Ésta es la razón motriz de mis convocatorias a las Jornadas de Arquitectura de los Sentidos en La Ruina Habitada y de la existencia de este Foro de la Ruina en el que convivimos. Sin embargo, me conmuevo cuando la invitación a disertar sobre mi oficio de prescriptor, más que el de escribidor, surge de instituciones académicas. Me enfervorizo cuando el auditorio se llena de jóvenes discentes prestos a escucharme y, probablemente, tomar buena nota de la técnica que utilizo en mis juicios críticos y recomendaciones de los hoteles que tienen futuro en nuestro panorama inmediato. Me encanta observar en las aulas y salones espirituales cómo las palabras no se disuelven en el aire, sino que germinan con la tinta que se escriben los apuntes.

Como algunos ciertamente saben, el privilegio de recomendar solo es sostenible cuando se empareja a la exigencia de conocer. Y en ello me desempeño a diario cuando testeo y escribo sobre los hoteles que me gustan. Nunca con la objetividad robotizada de los manuales del perfecto mistery guest, sino con el alma que le pongo a la tarea y el capricho de mis sentimientos personales, fruto de la escrutación que me permite el uso de todos mis sentidos. No es cuestión de ser un dios, sino un amigo. No de ser el padre, sino el hijo.

Como nadie sabe, hace unos días pude disfrutar en la localidad palentina de Aguilar de Campoo, próxima a La Ruina Habitada, de una romántica exposición de mi pensar y ejercer en el discurso de apertura del año docente en la Universidad Nacional a Distancia (UNED), invitado por el nuevo director del centro, Juan de Dios Casquero. El Norte de Castilla le ha dedicado este artículo.

Como nadie sabe, aunque lo suponga, diserté sobre hoteles.

Fernando Gallardo

2 Responses to “La prescripción de hoteles”

  1. Estimado Fernando, como bien se demuestra en Tu comentario, eres la persona que mejor te conoce, la verdad, en este País de mucha mojigatería , mucho famoso de nada y mucho cara dura, es difícil encontrar, buenos profesionales, que tengan talento, enamorados de su trabajo y además honestos, y lo que es mucho más importante, que tengan la generosidad, suficiente para compartir y distribuir los conocimientos con los demás, para mí, personas con esas cualidades, son, Maestros, lo digo desde mi recuerdo, de El Maestro, de la serie de TV, “Kun Fu” y de otros muchos maestros, profesores y gurús, que tanto aportan, trasmitiendo , de forma honesta, sus conocimientos, a los demás .
    En estos momentos, con el Mundo sumido en una gran crisis, ocasionada, por el arribismo, y el afán desmesurado de riqueza, considero muy importante, alabar a todos los profesionales, que paso a paso, con honestidad y esfuerzo, han conseguido el reconocimiento Social a su labor, profesionales a los que con orgullo, consideramos Maestros y seguimos sus consejos, con gran aceptación.
    Ojala haya muchas personas como el Sr. Gallardo en otros ámbitos profesionales, políticos, hoteleros, cocineros, abogados, economistas o empresarios, seguro que tendrán nuestro reconocimiento y las cosas, en el futuro, nos irían mucho mejor.
    En este foro, donde hay bastantes profesionales con gran capacidad, es necesario que se expresen y nos ilustren con sus conocimientos, seguro que serán de gran utilidad, para todos y para el objetivo que nos ocupa de El Hotel de los Sentidos, en hora buena por tus éxitos y un saludo Maestro.

  2. No me sorprende nada el escrito de mi desconocido amigo y tocayo Fernando, porque cada día vivimos momentos al más puro aldeanismo, tenemos ciudades y regiones con vocación de pueblo, que pena que encima nos parezca algo normal; decía un profesor que tuve de Latín en mis primeros años del olvidado Bachillerato, que había personas que habían salido del pueblo, pero el pueblo no había salido de ellos. La globalización se extiende pero sólo hasta donde nosotros estemos dispuestos a dejarla llegar. Recuerdo una anécdota en Praga con dos jovencitas del país vasco, estabamos en la estación de autobuses y no había forma de entenderse si no era en inglés, ellas sólo hablaban euskera y castellano con lo que tuve que sacarlas del aprieto para que pudieran continuar su camino. Mi esposa una vez solucionado el percance me comentó irónicamente, qué pena que no comprendan el euskera en Praga y sin embargo seguimos intentanto, cerrar cada vez más al círculo en vez de abrirlo y cada vez que nos cierran el círculo, mal que nos pesen nos están cerrando también nuestras mentes. La realidad de la boina castellana es la prueba de que no todos caminamos con el mismo paso.

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