Ya al aterrizar lo tuve claro. El desierto inspira. Y el hotel Tierra Atacama, en las afueras de San Pedro de Atacama, me tiene pensativo todo el día. ¿Es arquitectura efectista o arquitectura de los sentidos? ¿Cuál es el paso entre lo llamativo y lo emocional? ¿Qué clase de retina escondo en mis ojos que me hace ver distinto lo que se ha pretendido que sea lo que es. ¿Pero es? ¿Es de verdad?
Demasiadas preguntas para saber por dónde voy. Me explico, con permiso del vacío equinocccial de este desierto tenido como el más árido del planeta. El hotel Tierra Atacama sigue la secuela emprendida por el hotel Explora Atacama, del gran arquitecto chileno Germán del Sol, autor que fue del pabellón de Chile en la Expo de Sevilla (el del témpano de hielo, ¿recuerdas?). Edificio significante en medio de la nada, materiales de la zona (no todos), decoración recurrente a la artesanía popular, instalaciones al aire libre pese a la inclemencia de este desierto y un programa nutrido de excursiones exploratorias por sus alrededores (Montañas de la Luna, el Salar de Tara, los géiseres del Tatio, las termas de Puritama, las lagunas altiplánicas…). Sin duda, un lugar para recordar. Como otros lugares así. Tan así que esta arquitectura me hace recordar con demasiada exactitud la vivienda familiar de la cuñada de Judit Planella en Olot. Una casa diseñada por el estudio RCR, autores también de Les Cols, que tuvieron su protagonismo con la casa de Fina enel Moma de Nueva York. ¡Cómo no me iba a gustar un hotel con semejantes credenciales, por muy sospechosa que sea la copia!
Al arribar a mi destino y caminar por su promenade interior comprendí que la arquitectura no puede transmitirse fehacientemente a través de la fotografía. Artes complementarias entre sí, pero con lenguajes esencialmente muy distintos. La arquitectura, a diferencia de aquella, se nos revela en tres dimensiones…, perdón, en cuatro. El decurso del tiempo y su impacto sobre la obra nos remunera con una percepción diferente de la sugerencia espacial fotográfica. Si una imagen enraiza con un sentido (la vista), un edificio nos provee de los otros cinco (emoción incluida). Y aquí me empieza a salir la vena irredenta del crítico hotelero. Opino que el hotel Tierra Atacama, desde la perspectiva arquitectónica, es una propuesta al revés de cómo la siento y de cómo me la imaginaría. Si aquí la arquitectura arroba por su estética contemporánea y su efectismo vanguardista, yo subvierto esta propuesta con un concepto en las antípodas de éste, como sería un edificio casi invisible en el paisaje agostado del volcán Licancabur, donde las texturas fueran las propias del lugar: adoba, piedra tosca, cañizo artesano. Si aquí el interiorismo resalta por su apariencia rústica, con cañas y mantas de la más pura tradición atacameña, yo querría subvertir este panteamiento ornamental con la desnudez del espacio interior y un mobiliario de diseño actual, ergonómico, para los cuerpos livianos de los viajeros que son sus huéspedes y no los robustos de quienes, trabajadores del salitre, no los van a utilizar jamás. Un concepto de arquitectura etérea en el desierto con un grado de sofisticación poderosa en su interior.
Ello sólo se ha logrado en el apartado gastronómico, que he disfrutado con la compañía de un excelente Carmenere elaborado por la bodega Ventisquero del Diablo. ¡Qué nombre más apropiado en este lugar! Lo demás es un meritorio dejà vu. Bello, pero ya visto.
Esta noche ceno con un empresario atacameño interesado en construir un hotel sujeto a los dictados de la Arquitectura de los Sentidos. Me voy corriendo a ducharme y acicalarme para la ocasión… Quizá pueda convencerle con un Carmenere de que no cometa el mismo error de copiar lo ya construido en otros lugares. ¿Podemos?
Fernando Gallardo
PD. Tengo wi-fi en Atacama… Hace un mes en el desierto de Almería no la tenía.
Es un amanecer ó un atardecer? Qúe envidia y qué suerte a la vez. A cada momento abro mi correo y me encuentro con la información que comparte con nosotros Fernando. Es como encontrarse un libro subrayado con todo lo que nos interesa sobre la arquitectura efectista ó arquitectura de los sentidos. Qué fuerte! no poder diferenciar entre lo llamativo y lo mocional. Sólo ver la foto y la información del Hotel que he encontrado a través de internet, ha despertado en mí el deseo de conocerlo algún día.
Me apetece de nuevo dejar una frase para la reflexión: «Vivir no es ver pasar, sino volver».
Ni lo uno, ni lo otro. Esta fotografía está tomada justo al mediodía. Estamos en el trópico y el sol, consecuentemente, describe una órbita más equinoccial con respecto a otras latitudes. La imagen pertenece a los cubos que configuran las habitaciones del hotel, en acero corten. Lástima que los arquitectos no hayan depurado el concepto de protuberancia con vistas al volcán Licancabur, según el canon de la Arquitectura de los Sentidos. A mi juicio, nunca debió usarse una carpintería de madera encajada en el acero, ni fragmentarse el vidrio en cuadrantes. Tampoco debería haberse implementado un store veneciano para oscurecer el ámbito, ni mucho menos rubricar su calidez interior con un visillo propio de ventanas de dos lamas abiertas al exterior. Con la tecnología utilizada en su construcción y el coste de este hotel habría sido deseable oscurecer la habitación con vidrios piezoeléctricos que permitieran, en su transparencia, la visión continua del volcán desde la cama. Para eso he venido aquí, para hablar sobre el lado emocional de la arquitectura, no el constructivo.
<p>Impresionante la luz. Permitidme usar este espacio para agradecer la existencia de este blog realmente interesante. Me comprometo a participar. Soy nuevo en esto, pues he abierto mi pequeño hotel en Frómista hace cuatro meses y todavía estoy entre fuegos e incendios. Está en el corazón del Camino de Santiago y este blog es uno de los pocos espacios donde se atiende al turismo desde un concepto de vanguardia.<br />
Cuando inicié la historia de mi hotel siempre pensé que debía huir de hacer un aparcamiento nocturno de personas. Siempre he creído que el valor añadido se encuentra en la capacidad de influir en los sentidos, una buena arquitectura, jugar con la luz, dimensionar a escala humana, desarrollar lo intangible.</p>
<p>He procurado dar un significado propio a cada concepto, desde la carta de vinos a la decoración, pasando por la relación con el cliente, y estoy francamente satisfecho, aunque me queda bastante tajo.</p>
<p>Siempre intenté que el lugar gozara de valor añadido, haciendo hincapié en esa relación con el entorno, motivo por el que elegí Frómista. Aquí se cruza el Camino de la Fe -el Camino de Santiago- y el de la Razón -el Canal de Castilla- principal obra de la Ilustración española. Como dice Raúl Guerra Garrido, Frómista debiera ser la meca de Occidente.</p>
<p>Sin más deciros que este blog es un balón de oxígeno para nuestro negociado.</p>
<p>Gracias por incluirme en él, y aunque no sea el sitio adecuado sirva esta nota para trasladar mi deseo de participar en las jornadas de La Ruina Habitada. Me parece excelente lo que he leído.</p>