Envueltos en el humo de hojas de coca de la pawa (rogativa animara), la comunidad de Macaya -a 130 kilómetros al este de Iquique- pidió que la Pacha Mama y el Tata Inti protejan cada una de las conexiones que desde esta semana llevarán Internet a este caserío de apenas 32 habitantes en el Altiplano chileno. Otra vez, la última de El Mercurio me ha despertado con esta noticia esperanzadora.
Porque es muy esperanzador que hasta los indios americanos salgan de su letargo histórico y se incorporen a nuestro mundo global desde la ventana promisoria de Internet. Igual se entretienen leyendo este Foro… Conocer lo que pasa más allá de nuestras narices, más aún, comunicarse con el otro lejano, dibuja un horizonte relativamente cercano que permitirá a las generaciones futuras una mayor comprensión sobre la naturaleza humana y la otra, de modo que sucesos como los acaecidos estos días entre Georgia y Rusia se recuerden como una broma del pasado, de aquellos tiempos en los que la estupidez humana no era una enfermedad genética o metabólica, sino la herencia del aislamiento y la incultura.
Conocer es comprender… Aquí, en España y en Sebastopol. Así que sueño con el día en que desde cualquier habitación de hotel pueda yo abrir la ventana de Internet y comunicarme con todos vosotros de igual modo que lo estoy haciendo desde la 1207 del Ritz-Carlton Santiago. Que, creedme, hace dos semanas me fue imposible hacerlo siquiera desde el hiperdesarrollado Aire de Bardenas, en Navarra.
¿A qué santo o santa debemos entonces invocar en España para que Internet llegue hasta nuestro particular Altiplano?
Fernando Gallardo