Una de las cosas que ha puesto de manifiesto la crisis económica es que como sociedad somos bastante idiotas y una de las consecuencias evidentes de la tiranía del presente, es decir, del corto plazo, del consumo inmediato, es que el futuro ha quedado totalmente desatendido. Son palabras de Daniel Innerarity en la presentación de su libro El futuro y sus enemigos. Una defensa de la esperanza política (Paidós).
En los últimos días he tenido la oportunidad de conversar con distintos hoteleros en relación a sus planes de futuro (?) o, más bien, a debatir en torno a cómo salir delante de este panorama desalentador. Porque el desánimo impera, y en casi todas las conversaciones aprecio una desaceleración en sus proyectos hasta casi detener la marcha. Y, lo que es más grave, una regresión hacia la búsqueda de respuestas en modelos más tradicionales que eviten riesgos innecesarios.
Quizás los manuales del Hotelero que quiere afrontar la crisis y salir (airoso) de ella cuanto antes dicen eso, pero creo yo que la postura a tomar en estos momentos es más bien la contraria. Y creo que esta opinión es compartida en este Foro por casi todos, aunque no está nunca de más insistir.
Si extrapolamos las palabras de Innerarity y afrontamos su aplicación al sector de la arquitectura hotelera extraeremos como conclusión que no podemos pensar en abordar la construcción o reforma de un hotel si pensamos en el corto plazo, en lo que nos demandan los clientes hoy. Debemos pensar sobre todo en los clientes de mañana, y no en sus necesidades, sino en la manera de sorprenderles con experiencias profundas; y eso se consigue allanando el futuro en creatividad y en innovación, espantando esa dictadura del presente que nos impide recuperar la confianza en lo que está por llegar. El riesgo reside en no apostar por la salida hacia futuro; el horizonte siempre está adelante aunque nunca lo alcancemos.
Es nuestra responsabilidad.
Jesús Castillo Oli, arquitecto
Jesús, no ha sido hasta la segunda lectura que me dado cuenta que era usted quien firmaba el artículo….
¡Hombre qué bien! Me gusta su prosa, y presiento que sus escritos le harán hacer algo grande.
Yendo ya a lo que nos ocupa, quizás lo que atenace hoy en día al empresario no sea su convencimiento de futuro, sino su falta de apoyo financiero. Dicho de otra manera, los Sentidos no venden demasiado hoy en día en la clase bancaria. Matizo: a día de hoy cualquier tipo de innovación empresarial que se presente a financiación tiene pocas probabilidades de éxito. Hay voces mucho más cualificadas que yo para hablar sobre este tema en el «corpus» de foristas de nuestro cada vez más numeroso Foro, por lo tanto aquí me detengo.
Otra cosa que frena a más de un hotelero es la inversión en una propiedad que no es al 100% suya. Muchos de los leyentes ( ¿palabra correcta?) saben bien lo que digo, pues bastantes son copropietarios, puesto tienen familia… Más de un hotelero de los Sentidos empezó la aventura en la casa solariega con un tímido apoyo familiar («vamos a hacer algo»), cuando el «vamos» significó en su día asumir casi la totalidad de las reformas quien iba a explotar el negocio…Muy buena voluntad al principio, pero – en la mayoría de los casos – las cosas al final suelen torcerse. Es entonces cuando surgen los temores, las desconfianzas – – casi siempre por no haber ido al notario cuando tocaba – y las tiranteces entre familiares…Probablemente más de una reforma de los sentidos puede quedarse a medias por problemas familiares. Por lo que sé, no tan sólo en Mallorca pasan estas cosas.
Resumiendo,no creo que entre los suscritos a este Foro debamos hacer demasiado proselitismo pues. Pero donde sí se debe hacer hincapie es en otras esferas, demostrándo a quien sea necesario que la diferenciación es, sencillamente, la supervivencia.
Muchas gracias.
( Amenaza tormenta en la isla: ya era hora…)