Es uno de esos conceptos recurrentes en nuestras conversaciones sobre innovación hotelera tenidas en aquellas jornadas de La Ruina Habitada. Recuerdo la cara de incredulidad que me ponían algunos de los presentes, en cuya mirada yo podía descifrar sin equivocarme el pensamiento de que Gallardo es un iluminado o está un poco chalado. ¿Adquirir paisaje? Pues sí, comprar montes, bosques, lagos, ríos, cielo y tierra para que nadie le robe al hotel sus vistas, si acaso el negocio toca la fibra sensible de la retina, o sea, el nervio óptico.
Sin ese preámbulo es lógico que haya cundido el desánimo en algunos hoteleros, miembros suscriptores de este Foro, cuyo negocio sufre las consecuencias del abordaje a que ha sido sometido por promotoras de urbanizaciones colindantes en connivencia con sus Ayuntamientos. El pan nuestro de cada día en la pre-crisis inmobiliaria española Porque es obvio que muchísimos hoteles venden vistas sin haberlas inscrito antes en el Registro de la Propiedad. Digamos que venden algo ajeno, lo cual sería ilícito si no fuera porque tal venta es un activo intangible de difícil cotización y, por tanto, imposible de ser recurrida ante la ley.
Esa gratuidad aparente y consentida faculta al hotelero a incluir vistas en su producto sin coste intrínseco, más allá de abrir un ventanuco al monte o encargar a su arquitecto el diseño de una de esas piscinas de horizonte infinito tan a la moda. Hay quien, absorto en la panorámica, se creerá en el paraíso gracias a una imagen supuestamente regalada desde el cielo Solo que la postal tiene un precio: el que disponga el alcalde de turno cuando le entre el apetito de recalificar suelo, dado el indigente estado de las arcas municipales y la dificultad que tiene el país en abordar la fase siguiente de la descentralización regional, esto es, la autonomía municipal.
Entonces, y solo en ese instante, es cuando sobrevienen los lamentos empresariales. Me han robado la vista, me han asfixiado el negocio o me han rodeado el hotel de urbanizaciones, asfalto, ruidos, basuras y jeringuillas. Pero de robar nada Ha ocurrido, sencillamente, que tú alardeabas de un valor que no te pertenecía y considerabas aquellos vaticinios como la típica chaladura de Gallardo.
Y habrá chalados como yo, pero gallardía ninguna como la de un señor sesentón de nacionalidad norteamericana llamado Douglas Tompkins, que a fuerza de dinero y mucha agudeza visual (su negocio hoy son las vistas) se ha convertido en el enemigo público número 1 de Chile, Argentina y camino lleva de serlo también del Paraguay. Multimillonario con la compañía de moda Esprit y creador de la marca North Face, el buen señor resolvió adquirir nada menos que 550.000 hectáreas en la Patagonia, que es como decir medio país, o cortar Chile en dos fuets, y proteger ese vasto territorio austral de la voracidad de las industrias salmoneras (hoy arruinadas por una gestión que olía a pelotazo), los ingenios forestales (segundas filas de las empresas que operan en el Amazonas) y las hidroeléctricas, grandes multinacionales apuntadas a última hora a las energías renovables y entusiásticamente apoyadas por los movimientos ecologistas que sueñan con un país de molinos de viento y de embalses como han logrado en España, en detrimento de la más paisajística y razonablemente eficiente energía nuclear.
Tompkins y señora llevan 14 años en Patagonia comprando territorio para resguardarlo contra los blanqueadores de paisaje y ecófilos de las represas, tan pulcras y energéticamente renovables. Muchas de esas hectáreas, que no cabrían en el conjunto del País Vasco, las han revertido ya al Estado chileno bajo la garantía de promover en ellas una red de parques nacionales. A pesar de lo cual, el Gobierno recela de las loables intenciones del multimillonario neoyorquino y expresa repetidamente su asombro por que un filántropo pueda comprar tanto bosque como para dejar un país como Chile partido en dos. Tompkins se opone al asfaltado del territorio, y eso frena el desarrollo industrial de la Patagonia. Es incomprensible, alegan los estamentos oficiales, por más que la ley ampare en este país la propiedad privada. Pero la falta de una cultura de protección natural y el hecho de que esa nunca vista sensibilidad por el medioambiente provenga de un turista foráneo no hace sino aumentar la presión del Ejecutivo para que este moderno Robin Hood del medioambiente abandone sus proyectos.
El más inmediato de ellos es la creación de un lodge de solo seis habitaciones con cubiertas de cobre, revestimientos de piedra, termopaneles de poliuretano y lana mineral, mobiliario de madera reciclada de galpones y aprovisionamiento geotérmico en Valle Chacabuco, una depauperada estancia ganadera de 78.000 hectáreas que los Tompkins se dieron el gusto de adquirir para, en su razón de ecología profunda, hacer del paisaje un buen negocio. Todo un ejemplo a seguir, en mi opinión, por los hoteleros del futuro, pues la mejor manera de preservar el medio natural es hacer negocio con él. Si no, estará siempre al albur de los gobiernos de turno y ediles necesitados de recursos dotacionales. Sí, lo he sostenido en diversas ocasiones, los hoteles de los sentidos que nos gustan pueden ser el mejor garante de una naturaleza protegida.
Uno de los comentarios más desafortunados que he oído en el tiempo que llevo en Chile provenía de alguien con estudios universitarios (no sé si provechosos) interpelándome a que expresara mi opinión sobre la herida territorial que Tompkins había infligido a la patria, y si podía consentirse que un extranjero pudiera comprar tanto bosque nacional. De hecho, otros magnates amigos del matrimonio Tompkins, como el británico Joseph Lewis propietario de la marca de ropa Levis, el norteamericano Ted Turner fundador de la CNN y el italiano Luciano Benetton el mayor terrateniente privado de la Argentina, andan ya comprando todo el paisaje que pueden. Ah, repliqué, ¿pero los árboles aquí son tertulianos de la política?
En Argentina lo tienen más claro. Con los instrumentos excepcionales de una república bananera, la provincia de Corrientes ha conseguido modificar sus leyes a fin de prohibir cualquier operación inmobiliaria por parte de extranjeros. Lo peor allí siempre viene de fuera.
Tiene su lógica. Una lógica aplastante y campechana. A las gentes de esta argentinísima provincia no les cabe en el magín que alguien como el antiguo dueño de la marca North Face pueda ganar 400 millones de dólares vendiendo camperitas.
Fernando Gallardo (@fgallardo)
Como me suena eso de «extranjero»…
Hace un tiempo se habló de un «proyecto» de urbanización «ecológica» (con coches eléctricos y todo nos lo querían vender…) aquí en Sierra Molinera (Matarraña, Teruel para mas señas y enfrente de casa)
«Crearemos trabajo, vendrá mas gente…» y de paso jodemos el monte y ganamos pasta recalificando (perdón por la, creo oportuna, palabrota 😉
Ahora todo está parado por el empecinamiento de un propietario que no necesita la «pasta» y que, sobre todo, ama su preciosa finca, además de la situación actual (algo bueno tenía que traer).
Sobra decir que todo esto contaba, según decían, con los parabienes del gobierno de Aragón («Interés público» lo llaman ahora)… Que raro…
De momento tenemos un gran y virgen paisaje pero seguimos vigilantes.
¿Cuando volverán al ataque? Son poderosos pero unos cuantos les recordamos aquello que dijo el Che (ideologías aparte): «no hay enemigo pequeño ni fuerza desdeñable»
Buenas noches y buen paisaje.
Y ¿qué pasaría si en lugar de comprar el paisaje un multimillonario concienciado lo comprara un especulador tipo El Pocero?, otro gallo cantaría. Lo ideal es que fuera patrimonio de todos y que fuera el propio Estado el garante de preservar la naturaleza en su estado puro. Lo malo es que, como dice Fernando, cuando las arcas se vacían, comienzan los problemas.
Hay que pensar tambien, que esos bienes son ahora propiedad de estos señores, pero en un futuro serán de sus herederos y la historia podría cambiar. ¿Qué pasaría si se vaciaran también sus arcas?
Mi infancia transcurrió en una casa típica de aldea en la zona alta del valle.
Y desde que tengo uso de razón las enseñanzas de mi padre, que siempre vivió de lo que la tierra producía, eran referentes al amor hacia ese privilegiado lugar y hacía conservar su entorno y las vistas que desde nuestra casa había, para ello siempre nos recordaba que era muy importante no vender las tierras circundantes, si acaso comprar más y nunca plantar árboles que con el tiempo te pudiesen privar de todas esas vistas.
Personalmente parte de su interés era por su gran afición a contemplar el ir y devenir de sus vecinos con unos prismáticos, de hecho no se perdió ninguno de los romances juveniles de la aldea.
La libertad que puede dar una simple panorámica llena de aire no tiene precio ni debería tener dueño. Es cuestión de educación.
Lo dicho, un visionario.
En un arranque de «chouvinismo» mañanero, os comentaré que aquí, en Vall de Gallinera, seguramente una de las últimas zonas vírgenes de cemento en la Costa Blanca, tenemos, y colaboramos con él, uno de esos «ilusi iluminati».
No tiene ese potencial económico, por eso admite socios y colaboradores, en la fundación http://www.fundem.org«>www.fundem.org, pero ya tiene unas 250 Ha en la Comunidad Valenciana.
Y falta que hace, puesto que a pesar de la crisis, las autoridades nos tienen preparados un par de PAIs, que estamos intentando frenar con un Plan de Turismo que incluye la reforestación, moratoria de licencias urbanisticas,…. puesto que, parece, que tenemos claro que nuestro principal recurso es el Paisaje.
El verdadero valor de las cosas no aparece hasta que las pierdes, y aquí en la Costa Blanca, repetimos y repetimos la lección porque no la hemos aprendido todavía.
Creo que efectivamente las vistas es una buena inversión, una de las cosas fundamentales que nos enamoro de La Quintana del Caleyo, fue su estratégica situación, sus vistas desde ese lo alto del valle que permite la visión panorámica del mismo, sus 3,5 ha de praderías nos permitían asegurar las vistas. Sin embargo no gestionamos de forma optima la contemplación de esas vistas desde el interior del edificio, demasiados obstáculos, ventanas y contra-ventanas, claro entonces no conocíamos La Ruina Habitada ni al tándem Fernando & Jesus, cachisss, bueno pero eso tiene solución, cuando las cosas vayan mejor….
Aquí, en la zona, más de un alojamiento con unas preciosas fincas decidió con el llamado «boom urbanístico» hacer negocio, y lo que era el encanto de un alojamiento se convirtió en su defunción. Las vistas al mar se convirtieron en moles de seis alturas que te rodean y vigilan. En el lote de la finca también vendieron tu intimidad en la misma habitación.
Hoy, tanto uno como otro reciben críticas en internet por las urbanizaciones que los rodean, y tanto uno como otro dicen que no tienen que ver nada con ello y que es cosa de los políticos y de las normas urbanísticas contra las que no se puede luchar. Hoy siguen pensando que no es culpa de ellos el haber vendido y el haber intentado hacer negocio doblemente.
Yo sigo encantado de tener que pelearme con el cortacesped un día cada semana y lo estaría más si fuesen dos días o tres.
Antonio Gómez ha introducido al debate un argumento contundente y que,en efecto, venimos pregonando en todas las jornadas de La Ruina Habitada. El paisaje adquire valor únicamente desde el no paisaje. Por eso lamentamos su afeamiento desde fuera, ya que desde dentro los árboles nos impiden ver el bosque. Otra cosa es el valor ecológico del territorio… Pero el paisaje no tiene otro valor que el contemplativo, es decir, adquiere importancia para los que no viven en él.
De ahí la educación del primático, que nos ha comentado Antón Vázquez.
La mirada constituye el nexo esencial entre el paisaje y su categorización estética. Ahí es donde cobra relevancia el punto de mira, el emplazamiento de quyien observa el paisaje, la atalaya arquitectónica. La aglomeración urbanística que cercena hoy el valor paisajístico de un lugar solo podrá ser combatida mañana desde una arquitectura que favorezca el ángulo de visión del paisaje. Una arquitectura de los sentidos.
Respondo ahora a Carmen Ortega: ¿qué pasaría si en lugar de comprar el paisaje un multimillonario concienciado lo comprara un especulador tipo El Pocero?
Pues creo que sería una noticia sensacional. Lo mejor que nos podría pasar a todos, pues ello significaría que un cateto como el Pocero se ha educado en la categorización del paisaje.
Porque eso es, precisamente, lo que he pretendido transmitir en el artículo. Que el paisaje no es el territorio. El paisaje es una categoría del territorio. Es un valor cultural, sensorial, emocional. No hablo de preservar el «medio» ambiente. Hablo de preservar el «fin» ambiente.
Porque llevo mucho tiempo convencido de que las berreas ecologistas no sirven para nada, o incluso para peor. Las leyes sirven para el momento, no para el después. El romanticismo muere cuando fallece el romántico.
Lo único que salva al paisaje es su valor, de igual modo que lo único que nos salva como seres vivos es la educación.
He aquí un ejemplo fehaciente de para qué sirve el Estado garante:
Baztán (Navarra). 8/9/09.- La rehabilitación del Palacio Aroztegia, en Lekaroz (Baztán), será una realidad con su transformación en un hotel «de encanto» de 4 estrellas, dentro de una iniciativa económica y de promoción turística abanderada por una sociedad constituida por emprendedores de Baztan.
El edificio de alojamiento, que dispondrá de unas 40 habitaciones, ocupará un lugar de referencia en un área de expansión de 40 hectáreas, que albergará un campo de golf como segundo atractivo. El proyecto se completará con un área residencial, aún sin definir, que en su primera etapa incluirá la urbanización de una treintena de parcelas para viviendas, según publica el Diario de Navarra.
A falta de concretar detalles, el desarrollo del conjunto exigirá una gran inversión, orientada a impulsar y diversificar la economía del valle de Baztán como eje que favorezca el crecimiento de las actividades ya existentes y otras de nueva creación, según afirman sus promotores.
La propuesta de recuperación del Palacio Aroztegia y su entorno ha recibido un primer impulso administrativo con la aprobación inicial de la modificación del Plan Municipal de Baztan. El trámite fue aprobado con el apoyo de las dos formaciones representadas en el Consistorio, Nafarroa Bai y Unión del Pueblo Navarro.
Este pronunciamiento favorable difiere sustancialmente del adoptado en la anterior legislatura sobre un planteamiento de similares características en el mismo emplazamiento. En aquella ocasión, el grupo de la alcaldía, entonces en manos de Eusko Alkartasuna, manifestó su desacuerdo «por la densidad residencial» que suponía a la superficie reservada a las viviendas.
Estado frente individuo. Lo público contra lo privado. El interés general contra el individual. Creo que esa discusión se debió generar tan pronto se formó la primera sociedad.
El planteamiento extensible a infinidad de temáticas, siempre me lleva a la misma pregunta ¿Por qué tienen que estar enfrentados? ¿Quién gana con esa confrontación? Porque la verdad es que no quiero ni que un señor, por muy propietario de lo que sea, decida que hacer con parte de mi paisaje ni quiero acabar en manos de intereses políticos que no conocen más interés general que el ganar las próximas elecciones.
Creo que desde la Ruina Habitada precisamente se fomenta esa colaboración ínter hotelera como base de todo progreso. Igualmente creo que la colaboración publico-privada probablemente sería la más eficiente manera de preservar nuestros paisajes.
Qué sorpresa me he llevado FG al leer tu reflexión sobre el paisaje. Acabo de llegar de una visita relámpago a un delicioso hotel y esta mañana cuando estábamos a punto de dejar nuestro «espacio 8» con más pena que gloria, echamos un último viztazo desde el balcón al impresionante mar de pinos que se extendía más allá incluso de donde nuestra vista podía alcanzar y sin querer nos asaltó a los dos la misma reflexión: el gran activo de este hotel son sus vistas, si no hay vistas no hay hotel y siempre puede haber aparte de «los gobierno de turno y los ediles necesitados» un loco con una cerilla que un día se levanta de viento sur y decide que te va a arruinar tu sueño y tú, como puedes evitarlo? Alguien se imagina esa maravilla de espacios independientes y vanguardista con vistas a un mar de árboles carbonizados?. Si todos respetáramos el paisaje, no haría falta comprarlo.