Un sonido con sentido

Recién aterrizado desde Kioto, me uno a la pléyade de amigos que contribuyen a la viveza de ideas y debate de tendencias objeto de este Foro de la Ruina. Hay varios aspectos de lo vivido en mi viaje por Japón que iré desgranando en los próximos días, por aquello de no quedarme para mí lo que puede morar en todos. En adelante no espero alcanzar el cielo: vuelvo de él a través de este viaje a los sentidos que es siempre el país del Sol Naciente.

Aparta de mí este jet-lag, padre. Leo la última aportación hecha por Rafael Moreno en su comentario a la apología musical del pianista Glenn Gould, que fechas atrás realizó con mucha dulzura, nuestra pintora de cámara, Amaya Espinoza. Por cierto, ¿alguien ha entrado en su web? No estaría de más para saber de qué estamos hablando: www.amayaespinoza.com. Pues bien, como dice nuestro interlocutor de Bancotel, «un Hotel de los Sentidos debe empezar a escucharse incluso antes de que exista y una vez que sea una realidad. Microsoft, cada vez que crea un programa (XP, Vista…) crea una minimelodía de apertura que suena cada vez que se abre un ordenador en el planeta.»

El miércoles pasado visité nuevamente el castillo de Nijo, en el centro de Kioto. Espectaculares sus jardines, encendidos de rojo otoñal, y sus embalses que mecían a las flores de loto dormidas en su superficie. Recorrí con la vista la geometría perfecta de sus parterres secos, la linealidad de la arena a través del pulso sereno de quienes gobiernan sus rastrillos, evocación del orden interno y externo del universo. Visité el interior de sus dependencias por sentir de nuevo el valor de la penumbra, el jeroglífico vivificante de sus shogi (paneles reticulares en papel de arroz), la placidez inmarcesible de las pinturas que los artistas de la escula de Kano legaron a la posteridad por encargo el shogun de turno, el estatismo visual del exterior enmarcado por el interior en ese espacio indefinido de la arquitectura nipona que es el engawa… Pero regresé, más que nada, por escuchar el sonido de sus pavimentos de madera alrededor de los tatamis interiores. Un verdadero elogio a la música de la arquitectura.

Sí, mucho antes de que naciera Gould, los arquitectos del shogun interpretaron el piso no solamente como una base grata donde pisar, sino como un artilugio discreto y elegante para avisar a la corte de que alguien se aproximaba a los aposentos imperiales, a fin de tomar las medidas convenientes. Ya fuera el enemigo o el paso de una joven doncella, nadie quedaba así exculpado de su sordera al detectar la presencia de algo ajeno al dueño del lugar. El sistema acústico se conocía por el nombre de pavimento de ruiseñor, pues al pisar los diferentes tablones que armaban el suelo producía un soñido alegre y refinado que recordaba el canto de los ruiseñores, tanto de día como de noche.

Qué avanzados nos creemos en esto de la Arquitectura de los Sentidos, cuando hace milenios que el hombre -algunos hombres- ha sentido la arquitectura como un bello poema musical con trascendencia, arte y utilidad.

Otra arquitecta de nuestro Foro, la portuguesa Sara Silva Natária, estuvo hace un tiempo gestionando la Casa da Música, en Oporto. Allí, según me dijo, se ha experimentado igualmente con pavimentos musicales para devolver a la naturaleza lo que ella misma engendra: el sonido. Nosotros, los seres humanos, le ponemos la música.

Natural y humanamente, el Hotel de los Sentidos que estamos diseñando sonará a música en sus suelos, en sus paredes, en sus techos y aún en esa zona insondable todavía de su arquitectura que nos provocará otro elogio de sus luces y sombras.

Fernando Gallardo

One Response to “Un sonido con sentido”

  1. Para mí el Hotel de los Sentidos es este: el que soñamos-proyectamos. Es decir, que ya existe. En mi imaginario, en mi deseo de hacer. En las mil maneras de sentir que van más allá de la habitación con vistas, etc. Una casa invisible. Una casa que «hace su trabajo» en nuestros corazones-cabezas-cuerpos. Yo no necesitaría del edificio, el edificio ya existe en nuestra mente, y, qué suerte, es diferente para cada uno. Vaya edificio! Si que tiene posibilidades. Desde mi punto de vista el «órdago» que Fernando lanzó, hace ya tiempo, era un desafío. Y el desafío nos está enriqueciendo, a cada uno de una manera, a algunos empujándolos a actuar, y a otros introduciendo simplemente la palabra «sentidos». Mi opinión de hoy, por los comentarios que leo: Los elementos tienen que ser «reales». Y ser real es muy dificil. En la parte arte, de la que sé un poco más, sólo os puedo decir que estoy cansada de «mercado» y agradecería «realidad», entrega, imaginación.

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