Una para la fast shower. Otra para la ducha parsimoniosa, abstraída, sensual. Quién no se ha dado alguna vez una ducha de éstas. El agua resbala por tu espalda y traza un cosquilleo a lo largo de la columna vertebral.
Yo, en mi pizarra negra, obtengo el efecto de esas piedras negras que hoy encandilan en los spas de corte oriental. El suelo no resbala. Está caliente.
¿Cuándo gozaremos de dos toallas distintas, una por cada episodio de ducha, en nuestra habitación de hotel?
Fernando Gallardo