Arquitectura de la nada

Valle de la Luna

Ayer acompañé a David Barrera por los escondrijos más insospechados del desierto de Atacama. Nos internamos por vericuetos inéditos con el volcán Licancabur todo el rato en nuestro horizonte y la línea esmerilada del salar atacameño a nuestras espaldas. ¡Qué alucinación de la nada!

Buscábamos un emplazamiento para un posible hotel de los sentidos. Barrera es un indígena, un hombre de pro, dueño del hotel Terrantai, en San Pedro de Atacama, y un personaje muy vinculado a su comunidad likanantay. Jamás construiría nada que no fuera para el culto del espíritu. Ni su comunidad indígena se lo permitiría. Estas tierras vacías están muy protegidas por el gobierno chileno y sólo caben en ella explotaciones destinadas a la prosperidad de los likanantay.

Algo encontramos, todo hay que decirlo, en esta insólita luna de sal. Pero es pronto para adelantar acontecimientos. Lo que se haga será objeto de profundas reflexiones y muy meditados diseños. De entrada, conversamos sobre la espiritualidad del entorno, el arte en la historia de la humanidad, el valor del silencio en un paisaje desértico y la arquitectura… ¿de los sentidos? No. Hablamos sobre la arquitectura de la nada.

Enseguida recordé a mi amiga Sara Silva Natária, arquitecta de Oporto y suscriptora de nuestro Foro, porque ella sólo quiere hablar ya de la arquitectura de la nada. Supongo que como discípula que es de Siza Vieira y de Souto Moura hasta la vacuidad de sus arquitecturas le debe parecer una plenitud.

Con David Barrera convinimos para su nuevo proyecto hotelero que la necesidad turística de Atacama exige una arquitectura contemporánea, pensada con el sentido funcional de quienes vivimos como vivimos, diseñada con la ayuda de los conocimientos tecnológicos y de materiales que nos han permitido superar los tiempos primitivos. Pero que ésta no debe exhibirse desde ningún punto de observación en la ruta de acercamiento. Ni desde ningún volcán. Ni desde ninguna horadada.

La clave no está en la forma, sino en el concepto. La arquitectura de los sentidos está obligada a dar soluciones para que el hombre moderno no se aparte de la espiritualidad de la obra. Le he dicho, en fin, que ese edificio de nueva planta tiene que desaparecer del horizonte desértico. Ha de ser una arquitectura invisible, una arquitectura de la nada.

Fernando Gallardo

4 Responses to “Arquitectura de la nada”

  1. Me parece extraordinario lo que veo y más lo que imagino. Quizás por esta razón me asusta pensar que se pueda proyectar una arquitectura aunque sea de la nada, y más que el proyecto parta de la iniciativa de un indígena; no llego a entender cómo se puede construir un hotel para culto del espíritu en un lugar como éste y cómo puede estar de acuerdo su propia comunidad. O ¿acaso se nos olvida que la tierra es un arrendamiento de los hombres de por vida?
    Quiero ir más lejos y reafirmar mi posición con esta frase que me viene a la memoria y que merece la pena reflexionar mientras… «vamos andando con el volcán Licancabur todo el rato en el horizonte y la línea esmerilada del salar atacameño a la espalda». Bien podría la Naturaleza ser nuestro Dios… Tiene el poder de destruir y dar vida, mas no de defenderse de su creación: el hombre.
    …Y las generaciones venideras podrán seguir alucinando y quizás alguien lo pueda compartir en el tiempo como estás haciendo tú, Fernando, con este grupo de soñadores.

  2. Fernando, estoy totalmente enganchada a tus relatos desde Atacama. Espero que aun tardes en volver. Asi podré seguir leyendo cada tarde desde la recepción de mi hotel, un capítulo mas de tu aventura Chilena. Gracias por compartirla con nosotros.

  3. Totalmente de acuerdo con Cristina Ferreiro. El viaje de Fernando a Chile es como una novela por capítulos. Cada noche me siento a leer sus relatos de paisajes, sus opiniones de ese país que casi nos hace trasladarnos hasta allí. Como Cristina también espero que nos lo siga contando.

  4. ¿Es el desierto la nada? No, ni tan sólo la inexistencia, Fernando. Eso es lo más importante: el desierto podría llegar a parecer la nada para nosotros, prósperos europeos de Occidente -los hay de Oriente y menos favorecidos por el desarrollo-. No, para mucha gente -mi mujer, por cierto- el desierto de Atacama es una fuente constante de vida, de superación a la adversidad, de demostración vital. Por tanto, desde mi humilde atalaya mallorquina, proclamo la necesidad de que ese futuro hotel sea un homenaje a la vitalidad existente en la zona, un hotel-destino concebido como un lugar de homenaje al medio donde se encuentra, y no un lugar colonizador como la mayoría de establecimientos vacacionales. Muchas gracias y sigue escribiendo, que nunca te lo agradeceremos lo suficiente ;-)…

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