Los Andes en el horizonte

Piscina del hotel Ritz-Carlton Santiago

Recién aterrizado en Santiago de Chile, sin pegar ojo en toda la noche, tomo acomodo en el cuarto 1207 del hotel Ritz-Carlton, el más lujoso de la capital chilena. Todo permanece tal cual estaba el año pasado por estas mismas fechas. Reconozco a los conserjes, al personal de recepción, al encargado del bar… Me reconocen por mi nombre y, algunos, ya les vale, se acuerdan incluso de mí. Arquitectura de los sentidos, poca. Pero, ¿acaso no es tan importante como el espacio en que nos movemos que nos veamos reconocidos en él? Lo uno no ha de ir en detrimento de lo otro. Aquí, como en los buenos hoteles de toda la vida, se hacen cargo del equipaje al llegar, te ofrecen apresuradamente un zumo refrescante antes de pasar por el trance del check-in, el sistema de recepción extrae en segundos tus datos y, sin darte cuenta, ya estás instalado en tu dormitorio con la lección aprendida de cómo conectarte a Internet y cómo funcionan los mandos de tu estancia.

Lo primero, a continuación, es situarte en tu entorno. Yo, como las mujeres objeto de estadística, tiro enseguida hacia el baño a reconocer el set cosmético: Bvlgari personalizado para la cadena Ritz-Carlton. Empezamos bien. Luego fisgo en el armario, compruebo que el suelo está limpio, me aclimato a la temperatura de la habitación. O, mejor dicho, la habitación se aclimata a mi temperatura corporal, inmigrada desde el verano madrileño hasta este invierno santiagueño. Miro a través de la cristalera cómo apenas se dibuja tras el smog el perfil de la cordillera andina. Y vive dios que hay que mirar alto: 6.000 metros de altitud flanquean el extrarradio capitalino.

… sigue

Mi amigo Ismael (Experiencia Austral) me ha recogido en el aeropuerto, sin parar de enumerarme los múltiples proyectos que se trae entre manos y la gran expectación que vive la ciudad de Valparaíso por debatir sobre la Arquitectura de los Sentidos. Su alcalde, incluido en el aforo de los ciento y pico de hoteleros e inversores con los que nos vamos a reunir la próxima semana. Aquí no hay crisis inmobiliaria, y ya muchos vaticinan el excepcional desarrollo turístico que le espera a este país durante las próximas décadas. Al fin y al cabo, es la economía más estable de la región. Y su gente, puede.

El arquitecto Jesús Castillo Oli aterrizará el 18 de agosto. Mientras tanto, espero recibir a través del correo electrónico un paquete de presentación con imágenes que van a ilustrar nuestro debate. Ya sabes, Les Cols, Aire de Bardenas, Holos, Panticosa, Urban, Puerta América… Nuestros hoteles más «arquitectónicos». Y cuando se inaugure el Reina Petronila, de Zaragoza, pues también. Lo firma Moneo.

De momento, esta noche cenamos con Mireya Danilo que, además de arquitecta y coorganizadora de las jornadas de Valparaíso, es una alta responsable del Ministerio de Cultura chileno. A su cargo tiene la conservación del Patrimonio arquitectónico nacional. Y Chile no tiene mejor patrimonio, ni más compacto, que la ciudad toda de Valparaíso.

Anhelo libar, por lo pronto, una copa de vino chileno elaborado con uvas Carmenère. Una excepcionalidad en este Nuevo Mundo del hedonismo y la vida entregada a los sentidos.

Nos vemos en un rato.

Fernando Gallardo

2 Responses to “Los Andes en el horizonte”

  1. ¡Qué envidia me das…! Por aquí sorprendidos por el auténtico verano de Cervera hasta la fecha y que, desde hoy, está empezando a ser «normal para la época». Vamos, como otros años… Es decir, bajan las temperaturas y casi llueve.

    Que sigáis impartiendo vuestro proyecto y disfrutando. Cuidaremos la Montaña Palentina en vuestra ausencia…

  2. Eres un «enfant terrible». A tu lado me siento pequeña desde mi palacete barroco. Hablas de la Arquitectura de los Sentidos y cómo podría yo competir ante tales personajes, arquitectos, hoteles… Desde mi Palacete, mi pequeño mundo déco rindo homenaje a la creatividad, sea de donde sea, desde los grandes hasta los anónimos. Yo creo que el arte está en cualquier lugar: sólo hace falta descubrirlo. Tu viaje es también un viaje de los sentidos. No puedes evitarlo. Eres así un descubridor nato. Brindo con un buen tinto desde La Rioja.

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