Contra el vicio de la promoción

«El majete éste se cree que Zapatero tiene una maquinita de hacer dinero en la Moncloa… Si no lo entiendo mal, éste quiere dinero público -que sale de todos los españoles- para que luego, con ese mismo dinero, en el mismo chiringuito, hotel o caseta nos cobren 9 euros por una cola y una bolsa de patatas refritas en girasol. Majete, si no te va el negocio, haz como todo el mundo, cierras y otro vendrá que malo te hará.»

El majete éste es el presidente de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turístico (CEHAT), Joan Molas, cuyas recientes declaraciones a un medio informativo poco dudoso de izquierdismo colectivizante como es Expansión han provocado no pocas reacciones de sus lectores más liberales. Molas, una vez más, reclamó más dinero público para el sector hotelero y estimó que las medidas adoptadas en el Consejo de Ministros monográfico sobre turismo resultan insuficientes para la salida de la crisis. «¿Pedir dinero? Durante estos años pasados, los hoteleros no repartieron las ganancias con nadie, creo recordar», responde uno en la versión digital del diario económico. «En este país sobran bares y hoteles», replica otro. «Contra el vicio de pedir, la virtud de no dar», insiste un tercero.

El presidente de la patronal hotelera está de un izquierdista que asusta desde que empezó esta crisis, cuya solución a su parecer radica en una dotación presupuestaria especial a la promoción exterior de las zonas tradicionales de sol y playa, así como del turismo urbano, que acusa importantes caídas provocadas por el descenso de las convenciones y congresos. Su proclama está en la línea de lo que suelen nuestros directores generales de la cosa, que no es otra cosa que gastarse el dinero público en promoción… Como si lo único que necesitara el turismo en España fuera publicidad. Que les parece poca, vaya. El turismo va solo, siempre se ha oído decir al Gobierno desde que España existe como destino turístico internacional, de eso hace ya medio siglo.

Este majete y otros majetes autonómicos reinciden con alevosía en escurrir el bulto de la crisis sectorial con medidas espúreas, pues darle más bombo internacional a la saturación costera que padece el país es del género… (no lo digo). Sí digo, porque lo vengo diciendo desde hace mucho tiempo, que los males provienen de una oferta atropellada, obsoleta en muchos casos, sobredimensionada y escasamente adaptada a los nuevos hábitos del consumidor de viajes. La solución no vendrá por una campaña de promoción sin sentido; antes al contrario, desde una política turística de los sentidos.

En ese sentido, creo justo aplaudir la iniciativa gubernamental de dedicarle al turismo, por fin, un Consejo de Ministros monográfico. Atención, juicio crítico, diálogo, acuerdo e inteligencia. Porque frente a las perogrulladas de los majetes, la sensatez política impone en estos momentos ser audaces e imaginativos en la búsqueda de nuevas vías para el país. Y la prioritaria, creo yo, consiste en estructurar convenientemente la oferta del motivo principal de deseo entre quienes nos visitan. Es decir, la oferta gastronómica. Ese nicho turístico que España puede liderar en el mundo gracias a la explosión espontánea, sin intervención de majetes, de un nutrido grupo de restauradores que un buen día decidieron purgar las miserias de sus predecesores y exponer a la luz pública sus recetas de cocina. Investigar, innovar, desarrollar e instituir la vía de la experimentación en pos de un resultado mejor. Cogerse de la mano y aparecer en congresos, encuentros, ferias, debates, demostraciones y eventos varios codo a codo, hombro con hombro, sonrisa frente a sonrisa, empatía desde la simpatía. Y, así, todos juntos, constituir una Armada que los tiene -nos tiene- a la cabeza del mundo mundial en la cultura de los sabores.

Aplíquense los hoteleros supervivientes, pues es así como se saldrá indefectiblemente de esta crisis. Experimentando, no reincidiendo. Cooperando, no mendigando. Invirtiendo, aunque el panorama hoy no sea tan majete.

Fernando Gallardo (@fgallardo)

4 Responses to “Contra el vicio de la promoción”

  1. Ni los hoteleros, ni los fabricantes de automóviles, ni las constructoras, ni los banqueros que fueron los más listos y los primeros en sentarse a la mesa a poner la mano, aquí cuando la economía pinta bien nadie reparte. Como diría Forges ¡PAIS!.
    Es tan difícil aunar voluntades, ya lo intentó en 1605 un ingenioso hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor y seguimos igual.

  2. Viendo la foto que ilustra tan acertado post y los sesudos comentarios en Expansión.com…

    http://www.expansion.com/2009/08/02/empresas/1249210961.html

    …me viene a la cabeza una frase del final de Apocalypse Now de Coppola:

    El horror, el horror, el horror…

  3. Realmente deprimente, el articulo de expansión, nada de auto-critica, nada de análisis, nada de planteamientos para el futuro, nada de nada. Lo fácil, mas dinero Publico para cubrir la falta del beneficio previsto, como si el dinero Publico creciese en un vivero de reproducción instantánea. El dinero sale de los impuestos de asalariados, autónomos y pequeños empresarios, precisamente, los que no han jugado en la bolsa, los que no han obtenido beneficios del boom inmobiliario, los que no han obtenido indemnizaciones millonarias, por hundir su empresa. Señores mas seriedad, análisis, critica y auto-critica, ideas innovadoras, turismo gastronómico, turismo verde, turismo de salud, turismo cultural, turismo rural, turismo de deportes, turismo de negocios y también turismo de sol y playa, pero desde distintas y variadas perspectivas. En estas situaciones, la receta es pensar, pensar y pensar y cuando se tienen ideas y conclusiones, entonces a compartir, Estado, sectores y empresarios.

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