De Valparaíso vengo sin necesidad de atravesar la cordillera, pero bien provisto de fotografías sobre la ciudad y su bahía, sus rincones secretos, su almario perdido y jamás recuperado, el horizonte sin fin y casi sin horizonte, sus cerros valientes, la luz de todos los amaneceres, el trajín del puerto, su estiba, el paisaje de grúas, la altivez de las barriadas, sus plazuelas recoletas, las empinadas callejas, las casas de vivos colores y, naturalmente, los emplazamientos probables para el Hotel de los Sentidos que el grupo de Jávea está alumbrando.
Hacía cuatro meses que no pisaba los cerros de esta ciudad a orillas del Pacífico, y debo confesar que nuevamente me ha sorprendido la dinámica que sus ciudadanos han iniciado. Más de 100 nuevos comercios, restaurantes y hostales animan sus calles. Cuatro hoteles se encuentran ahora mismo en proyecto, con vistas a abrir antes de que se acabe el año. Cerro Alegre y Cerro Concepción se han llenado de escaparates, mientras centenares de automovilistas soportan unos atascos nunca antes producidos. Tal vez por ser Semana Santa, o mejor porque el puerto es un ir y venir de cruceros, el caso es que la ciudad convalecía estos días atiborrada de turistas. La ocupación hotelera rebasaba el cien por cien, dado que muchos clientes tuvieron que ser aojados en casas de vecindad próximas. La media actual de ocupación hotelera en Valparaíso es del 71 %, y los hoteles más señalados (Casa Higueras, ZeroHotel, Gervasoni ) pueden estar muy bien trabajando hoy al 90 %.
Difícil será que ese Hotel de los Sentidos promovido por un grupo de hoteleros españoles no alcance con comodidad el 90 % de ocupación que acreditan los hoteles boutique más conocidos de la ciudad. Me huelo que sí después de lo percibido estos días y a sabiendas de que, al parecer, faltan más de 10.000 camas para alojar al creciente número de cruceristas que recalan en el puerto, ora para comenzar su sigladura, ora para terminarla. En el hotel en que residí, el Ultramar, casi todos los clientes eran cruceristas que habían desembarcado de un viaje entre Buenos Aires y San Francisco, por el canal Beagle.
En este mismo hotel nos reunimos el sábado el grupo de arquitectos que componen el Colectivo Valparaíso (Fernando Vogel, Carlos Seisdedos, Rodrigo Asencio e Isabel Soto, con la ausencia ocasional de Patricia Ojeda). Tomamos contacto de nuevo con las últimas novedades producidas en el escenario de nuestro proyecto y el espaldarazo que le ha dado el nuevo alcalde de la ciudad, Jorge Castro. Les informé que el grupo de inversores españoles se había constituido en el marco de las Jornadas de Jávea y que la sociedad de inversión estaría legalmente constituida de aquí a 12 días en Madrid o en Sevilla. En cuanto estuviera la documentación preparada se procedería a la constitución de otra sociedad en Chile, cuyo único accionariado sería la sociedad española, y que durante el mes de mayo se esperan las transferencias de capital de España a Chile. Se espera contar con un fondo inicial de 75 millones de pesos para financiar los gastos de gestión, la promesa de compraventa del terreno y el anteproyecto de arquitectura. Asimismo, el fondo servirá para requerir una evaluación de la factibilidad de intervenir en el lugar escogido para el proyecto desde la perspectiva del Consejo de Monumentos Nacionales.
De igual modo, el Colectivo Valparaíso deberá formalizarse legalmente en breve y establecer sus pautas de funcionamiento y organización interna, ya que no es fácil unir el ideario arquitectónico de cinco voluntades y estilos tan diferentes. Ahí radicará la genialidad de esta experiencia, pionera en su campo. Se habló de la eventualidad y pertinencia de incorporar a otros arquitectos que participaron en los Talleres de Arquitectura de los Sentidos en Valparaíso, en agosto de 2008, y que han manifestado su interés en el proyecto.
Respecto del emplazamiento, se acordó enviar una carta a los propietarios solicitando información sobre el bien inmueble y manifestando el interés del grupo inversor previo a hacer una oferta de compra. Se estima un avalúo fiscal entre 70 y 100 millones de pesos, ya que el bien a priori localizado es BNUP (Bien Nacional de Uso Público).
Concluido la sesión nos trasladamos al lugar escogido para el proyecto, así como a la propiedad vecina que está igualmente a la venta y con la que se podría ampliar la envergadura del proyecto. Un proyecto de hotel, por cierto, desfragmentado que permitirá integrar no el hotel en la ciudad, sino la misma ciudad en el hotel, como recoge el escrito que me acaba de remitir la arquitecta Isabel Soto:
Encontramos el lugar o el lugar nos encontró a nosotros desprevenidos, mirando el lugar en pausa, deslumbrados por su cercanía, por la proximidad de su estructura expuesta, atravesando calles y casas, el anfiteatro monumental circundante y los sonidos del puerto en su incesante mover. Entramos en otra dimensión que nos remitió a la experiencia de un posible estar, recuperar, circular, descubrir, entrar para salir desde el interior más básico y acotado del patio-corazón, a la inmensidad de la bahía. Desde el reflejo del sol en un muro-ruina a perderse la mirada en el horizonte delineado por los cerros lejanos, en un subir y bajar posible, ampliando la mirada, en un entrar para salir, graduando, tamizando, interioridad y exposición máxima. Un lugar, sí, pero no único. No exclusivo. Vivo. Incorporado al acontecer. Con dinámica propia, interactuando con el hotel, pero independiente tal vez. Poder mirar su devenir desde una posición de privilegio, de vecino inmediato. El lugar del hallazgo, con su totalidad incorporada, nos hace relativa la premisa inicial y nos abre los ojos de la piel al Hotel de los Sentidos.
Una vez más, lector, te animo a vincularte a este proyecto tan singular del que seguramente podrás extraer conclusiones innovadoras que se apliquen más tarde en tu propio hotel.
Fernando Gallardo