El Banco Santander augura un mal año para España, según se desprende en su último informe sobre el sector turístico. En 2008, la industria turística ya sufrió una fuerte contracción de la demanda. Pero 2009 aún puede ser peor. La entidad financiera prevé que el PIB turístico descienda un 3% y no ve salida razonable a la crisis hasta bien entrado el año que viene. Es una opinión, desde luego, pero siempre he pensado que Emilio Botín sabe de lo que habla.
Una de las causas perjudiciales es el aumento de valor del euro frente a la libra, que se acerca al 20%, además de la recesión que sufren los países emisores de turistas a España. Pero otro de los inconvenientes no menos relevantes es el parón estructural que impone la sobreoferta hotelera y los monocultivos turísticos de la hotelería vacacional, urbana de categoría media y rural familiar mal dimensionada. Ante este escenario de ralentización, el informe sgiere lo mismo que venimos proclamando desde hace tiempo: 2009 puede ser un año oportuno para acelerar las reformas estructurales que el sector hotelero necesita… «con inversiones que redefinan el modelo turístico español para convertirlo en un producto más moderno y competitivo».
Pero, ¿qué posibilidades tienen hoy las empresas turísticas, grandes o pequeñas, para su financiación? El Santander alienta la reconversión del turismo de sol y playa, dado que algunos países mediterráneos como Egipto y Turquía suponen una clara competencia y sus estadísticas siguen creciendo. De hecho, España ha bajado un puesto y se sitúa en sexta posición en el ranking elaborado por el Foro Económico Mundial, que valora los destinos turísticos más atractivos y competitivos. ¿Cuántos hoteles de los que participaron han suscrito la ampliación anunciada de los préstamos ICO liquidez?
La patronal hotelera española CEHAT estima en un estudio reciente elaborado por el Observatorio de la Industria Hotelera y Price WaterhouseCoopers una caída evidente de la rentabilidad y de las pernoctaciones. El grueso de los 17.000 establecimientos encuestados (un 68%) prevé un descenso notorio de su rentabilidad, pese a que los costes decrecerán gracias a la rebaja de los costes energéticos y alimentarios. También se prevé un descenso generalizado de las pernoctaciones, tanto entre los visitantes españoles como entre los extranjeros, sobre todo los británicos, por las causas arriba apuntadas.
Algo que puede agravar aún más la situación es la nueva oferta hotelera por incorporarse debido a proyectos ya iniciados entre 2004 y 2006. En un alarde de optimismo, el estudio en cuestión cifraba a principios de año la caída del precio medio en un 2%. Consuela el que luego apostille que «el aumento de la tasa de desempleo propicia que haya más candidatos» y que, en consecuencia, ello redundaría en una «mejora de la calidad del servicio».
Que el panorama está mal ya lo han subrayado Botín y la patronal del sector. Ahora los hoteles de a pie esperan soluciones, remedios, y no especialmente milagrosos. El banquero espera sacar tajada de la crisis, lo que es su perfecto derecho. Inyectará liquidez al mercado cuando éste menos se lo espere y con rendimientos ventajosos. Mientras que el patrón implora ayudas estatales en forma de ventajas fiscales -que luego solicitarán otros colectivos como agravios comparativos- y de rebajas en las aportaciones a la Seguridad Social. También se pide más gasto en campañas de promoción turística y más coordinación entre las Comunidades Autónomas.
Es lo que queda cuando ya no hay nada más que inventar. La promoción del destino turístico. Te has quedado sin un euro en el bolsillo, a duras penas llegas a final de mes y todavía hay quienes se empeñan en animarte a gastar lo que o tienes… Una reducción de impuestos es siempre bienvenida. Y cuando ya no le quede nada por ingresar al Estado, ¿a quién entonces le va a pedir audiencia el patrón?
Seamos razonables. Donde no hay, no hay. Y ya no queda mucho rascar. Más que pedir, nos tenemos que convencer de dar. La única salida a esta crisis, aparte de las bienaventuradas plegarias a Santa Rita, pasa por arreglar las goteras que cada uno tiene en su casa y visitar al vecino ofreciéndole una llave (no inglesa) para ayudarle a desatascar su lavabo. O dicho en román turistino…: redimensionar la oferta hotelera y ejercer la cooperación a través de las nuevas redes sociales.
Fernando Gallardo
Muy bueno tu análisis y muy certero Fernando. Desde luego que Emilio Botín sabe de lo que habla, me ha hecho recordar cuando dijo que esta crisis, era como la fiebre de un niño que en tres días se pasaba, pero claro quién se atreve a recordárselo?.