De la necesidad al deseo

Lo hemos analizado repetidas veces en las jornadas que organizamos dos años atrás en La Ruina Habitada. Una cosa es la necesidad de los viajeros y otra los deseos. Una se conoce, otra tal vez no.

En una estación de esquí, por ejemplo, a poco grande que sea nos perderemos alguna vez en esa vuelta a casa que todo el mundo hace fatigado después de una jornada en pistas. Desde la cumbre vemos allí abajo la estación. Es el momento de la última bajada, el sueño de una quitarse las botas, una buena ducha o sauna, una cena gastronómica. Enfilamos la pensiente abajo sin reparar hacia dónde conduce… De pronto, oh, no, nos hemos pasado. Hemos descendido más de la cuenta. El hotel estaba en un nivel superior. Hay que tomar el último arrastre para salvar el desnivel.

Quién ha pensado que el deseo de cualquier esquiador es distinguir desde la cumbre dónde está el alojamiento, adónde tiene que apuntar para no pasarse esquiando. Pues los de Intrawest, la multinacional canadiense más importante que gestiona varias estaciones de esquí en todo el mundo, Francia incluida, lo tiene solucionado. Advirtieron que en la costa italiana los pueblecitos parecen alegres porque exhiben una fachada marítima de colores a fin de que, al acercarse a la costa, los pescadores puedan reconocer sus casas y ganarse la sensación de estar ya en casa.

Entonces aplicaron a sus complejos invernales la misma idea: arquitectura referencial, con colores o formas distintas, para que los esquiadores no se pasen de esquiada y lleguen enseguida a casa.

Esta ultinacional no ha diseñado sus complejos para dar respuesta a la necesidad de sus clientes, sino a sus deseos.

Fernando Gallardo

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