Javier Dalmau, presidente del grupo Natura, me hace llegar un folleto electrónico de un nuevo producto turístico: Baccus. Es, como cabe pensar, un programa de comercialización intermediada de hoteles con vocación enoturística. Bien concebido y mejor distribuido, según acostumbra el mayorista. Desde hace mucho, todas las cosas que salen de su cabeza interesan. A veces porque toma sus riesgos y marca la delantera en productos aparentemente poco viables económicamente, como los pequeños hoteles con encanto, que lleva casi 20 años comercializando en sus canales tradicionales. Éste que ahora presenta lo es también, pero Dalmau mima su nicho y, poco a poco, va rascando donde no hay nada que rascar ya.
Vale el minuto de lectura de folleto solo por interiorizar la importancia creciente que muestra el enoturismo en todo el mundo, desde Chile hasta Nueva Zelanda. Y no digamos en un país mediterráneo como España, sin desdeñar las bellísimas terrazas atlánticas del norte de Portugal. Para los hoteles, el turismo enológico ofrece un doble interés. Al valor paisajístico que lo enmarca se añade el ingrediente gastronómico, cuando no el salutífero de los baños en vino o el cultural de la literatura báquica. Pero, a mi entender, es en el aspecto gastronómico donde la buena fama culinaria del país contribuye notablemente a reforzar un excursión seriada por los templos del buen beber y el buen cultivar vitivinícola. Si la coquinaria hispana goza de tanto prestigio internacional, ¿por qué no aprovechar su tren para endosarle otros derivados gastronómicos tal que el vino -rutas enológicas-, el aceite -rutas oleicas-, el agua -balnearios y humedales-, etcétera?
Desde el Clúster naciente de este Foro generaremos ideas y proyectos que refuercen la identidad de los Hoteles del Vino, como los que ha unido en su programa el grupo Natura. Porque las bodegas y los distribuidores vinateros deben reflexionar en comunión (celestial?) sobre el magnífico punto de venta internacional que les supondría la cata de sus productos en el escenario hotelero. Primer se cata en el hotel y luego se compra lo degustado para acopiarlo en casa. En Chile se está tomando ya conciencia de que el vino no se vende solo en la destilería o en la botillería. Qué mejor escaparate para Quim Vila sino un restaurante de hotel.
Fernando Gallardo