Más ideas originales para combatir la crisis. En Chile se ha organizado una campaña que bien podrían emular los hoteles de todo el mundo. Hablo del 2×1. La Vinoteca apadrina la fórmula, que alcanza a todos los restaurantes de la capital, por la que si el comensal adquiere para maridar sus platos un vino de la extensa carta que esta suerte de Quim Vila distribuye en su red se le regala otra botella de vino de la misma marca para que se lleve a su casa.
La gracia estriba en que si vino te gusta puedas darte el capricho de continuar su libación sentado en el sofá (nunca frente al televisor). Más aún, en caso de que sobre al final de la cena media botella, o un cuarto de botella, ésta se adjunta bien precintada a la otra de regalo, con lo que se te disipa el dolor por el desperdicio que supone el vino no consumido en el restaurante. Además, su envoltorio en un bolsón ad hoc de cierto lujo contribuye a hacer más valioso nuestro producto y pensar que lo que te llevas redobla el gusto de aquel blanco o tinto que ya paladeaste en la mesa. Se trata de un perfecto ejercicio de márketing off-line, no más.
Y ahora viene lo innovador. ¿Por qué no se le ofrece al comensal que descorche su botella en la intimidad de la habitación y, mientras cena a gusto, se le tiene preparado junto a la cama del hotel una bandeja de mignardises y un par de copas para volverle más delectante su segunda botella a medianoche? O, ¿qué tal si el ofrecimiento se le procura, exaltante, en el momento de pagar la dolorosa? Ya se sabe que las penas, con vino, menos penas son.
Y no solo saudade. Beber vino tinto en cantidades moderadas ayuda a mejorar los procesos de pensamiento. Tal lo indica un estudio de la Universidad de Northumbria (Inglaterra), cuyos científicos administraron resveratrol elemento esencial en el vino- a un grupo de 24 adultos que luego mejoraron su rendimiento en un test de aritmética. Esta sustancia química, mal que le pese al chismoso Santi Santamaría, ya había sido recomendada hace tiempo por sus propiedades anticancerígenas y contra la diabetes.
Fernando Gallardo
Regala siempre cuando tengas alg que vender detrás. Una excelente idea la del vino.
No será la primera vez (llevo ya unas cuantas y lo que te rondaré, morena…) que después de la estancia de algún cliente le regalo una botella de vino. No lo podemos hacer siempre, triste cuestión de costes, pero ver como se ilumina la sonrisa del cliente no tiene precio y todos sabemos cuando es una inversión de futuro.
De todos modos la idea de La Vinoteca me parece genial.
Una buena carta de vinos es la perfecta tarjeta de presentación de un restaurante para todo aquel interesado en el mundo de la restauración. Considero mi humilde bodega una de las mejores inversiones que he realizado aunque, a veces, me toca argumentarlo ante mi gestor… Y eso que le gusta… 😉
La ya universal costumbre de volver a sellar el vino no libado por el cliente para que lo disfrute en su casa es habitual también en nuestro pequeño hotel pero, de momento, no he localizado ningún distribuidor de bolsas de papel que me ofrezca un producto digno a un precio lógico. ¿Alguien me puede ayudar? Gracias de antemano.
Tan solo me asalta una duda: Si los precios que tengo en la carta de vinos (mas de setenta, ya se que estoy loco para el tamaño de mi negocio…) están contenidos para favorecer su salida y lógica rotación ¿Debemos subir el precio para absorber al menos el coste de la segunda botella? ¿O quizá los precios del vino están demasiado abultados en muchos establecimientos y permite esa duplicidad sin romper la facturación?
Es una crítica constructiva ya que, estoy convencido, que es mejor ganar menos por botella pero rotar mas las mismas (no puedo dedicarme a los «grandes reservas» y demás vinos y añadas «de lujo» aunque alguno hay) y así el cliente se animará a venir mas a menudo a probar nuevos vinos con su comanda sin la peligrosa sensación en él de «vaya clavada…».
No pretendo, no me salen las cuentas, ni mucho menos copiar la idea por buena que me parezca pero me asalta la pregunta: ¿Vendemos muy caro el vino?